[ES] Sobre racismo, y la diferencia entre culpa y responsabilidad (8:45 04/09/2016)

El tema sobre el que quiero hablar hoy es un tema muy delicado, y con el cual es muy fácil ser políticamente incorrecto, ofender a alguien o dar una impresión equivocada . Por ello, voy a poner mucho esfuerzo en pulir el texto y matizar siempre que considere necesario, porque no quiero que haya ningún malentendido. Si lo hay, pido que se me pida aclarar algo antes de juzgarme de cualquier modo. Gracias.
Quiero hablar de racismo, de lo que es, de porqué ocurre (biológicamente hablando), de cómo nos afecta, y de mi historia personal con este tema, la cual me ha dado mucho que pensar en este último mes de nomadiamo ciclista.
Me gustaría empezar relatando brevemente la interacción que he tenido a lo largo de mi vida con culturas y personas de clase económica distintas a la mía. En concreto, con personas de piel blanca provenientes de una clase económica media-alta. Lo quiero hacer porque considero que es relevante incluir esta información en el análisis que voy a hacer sobre este tema más adelante en el texto, y porque es necesario recrear mi pasado para entender la gestión que hago de la realidad en el presente.
Yo he vivido prácticamente toda mi vida (por lo menos mi vida consciente) en Pozuelo, un pueblo a 13 kilómetros a las afueras de Madrid centro. Y dentro de Pozuelo, en Prado de Somosaguas, que es una zona de urbanizaciones donde vive gente de clase media-alta (y, en ocasiones, muy alta). Menciono esto porque, a diferencia de otras zonas de Madrid o de España, Pozuelo es un lugar en el cual la multiculturalidad es muy baja. Es decir, que en mi vida diaria, y en lo que respecta a mi hogar y alrededores, he tenido poca interacción con personas de otras culturas. Esto contrasta fuertemente con la interacción social que tuve durante mis años en el Colegio Americano de Madrid (desde los 4 hasta los 13 años), en el cual el mix cultural era notable, y muy muy enriquecedor. Sin embargo, eso se acabó cuando me cambié al colegio Estudio, donde la multiculturalidad bajó notablemente.
Al acabar el bachillerato tuve mi primera experiencia de voluntariado en Burkina Faso junto a mi madre, la cual lleva viajando desde hace años a Burkina/Etiopía/India para colaborar en diversas campañas oftalmológicas. Mi siguiente interacción con el continente Africano vino 5 años después, al acabar la carrera, cuando me fui a Ghana a colaborar con una ONG local que trabaja para acabar con el maltrato infantil (www.evangghana.org). Desde entonces he estado en Ghana otras 4 veces, siempre en apoyo a la iniciativa de esta ONG.

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En lo que respecta a mi educación, jamás recuerdo haber sido influenciado (ni en el colegio ni en el hogar) para pensar que unas personas puedan ser superiores o inferiores a otras basado en el tono de su piel, la zona del mundo de la que provengan o el dinero que tengan en los bolsillos. Sin embargo, a uno no solo le educan sus padres y profesores, sino que uno también se educa a través de otras fuentes de información; en este caso, me refiero a la televisión, donde incluyo películas, series, publicidad y noticias.
Pues bien, llevo queriendo hablar de este tema unas semanas ya, porque desde que puse pié en la primera gran ciudad francesa (Burdeos), me percaté de un sentimiento en mi, de un prejuicio, con el cual no me identifico pero que no puedo ignorar. Como he mencionado en posts anteriores, hay que ver los sentimientos no como buenos o malos, sino como informativos, y aunque sé que los sentimientos que vienen suscitados por prejuicios los solemos calificar rápidamente como malos, os voy a pedir que hagamos el esfuerzo de mantenernos abiertos y analizar sobre qué nos están informando exactamente, de dónde vienen, y que se debe hacer con ellos. Se que estoy siendo un poco misterioso en cuanto a los sentimientos a los que me refiero, de modo que voy a ser más especifico…
Como sabéis, durante mi viaje he dormido en mi tienda de campaña la gran mayoría de las noches, y ésta la he tenido que poner en parques, en la playa, en un skatepark, detrás de supermercados, en medio de rotondas, en jardines, y en algún que otro edificio abandonado. En ocasiones, me he encontrado merodeando calles oscuras a media noche sin ser capaz de encontrar un lugar donde dormir y, sobre todo al principio, algo de miedito si me daba. Este miedo era notablemente mayor en las grandes ciudades, donde las diferencias socio-económicas eran mucho mayores y más palpables, y aquí es donde viene la clave; me producía mayor miedo estar merodeando por las calles y cruzarme a personas de culturas lejanas a la occidental, cómo por ejemplo a personas de origen Africano o Árabe, que a europeos blancos. Juzgar a las personas de este modo no me gusta nada en absoluto. No estoy de acuerdo con ello, pero sin embargo, lo he hecho. Repetidas veces. Me molesta mucho porque quiere decir que a un nivel basal, biológico e instinctivo, tengo un mecanismo de defensa que hace que me salte la alarma ante distintas personas en función de la ropa que lleven, la música que escuchen y el grado de pigmentación de su piel. Esto contrasta mucho con mi pensamiento racional, a través del cual yo defiendo que, pese a las diferencias superficiales evidentes entre las personas de distintas etnias, la esencia humana es la misma y es la cultura en la que crecemos y la educación que recibimos lo que dicta cómo somos como personas. Entonces, ¿soy racista?
Se entiende como racismo la defensa de la superioridad de un grupo étnico sobre el resto. En antropología, el término raza (humana) se refería a grupos en que se subdividen los seres humanos de acuerdo con diversos sistemas de clasificación usados especialmente entre los siglos XVIII y mediados del XX. Estos sistemas incluían pigmentación de la piel, pigmentación del cabello y los ojos, prognatismo, forma de la nariz, etc. En general, criterios muy superficiales. Hablo en pasado porque el término ‘raza’ se ha ido dejando de utilizar progresivamente y ha sido sustituido por el de ‘étnia’, el cual proviene del griego “ethnos” que significa pueblo o nación. Por tanto, mientras raza se refiere a características fenotípicas, etnicidad se refiere a cultura, y específicamente a diferencias culturales.
Como decía, los sentimientos no son buenos ni malos, sino informativos, y a mi el sentimiento de miedo e inseguridad que me producen instintivamente ciertas personas me está informando de que, en algún lugar de mi cabeza, y pese a lo mucho que he trabajado con personas de diversas culturas durante estos últimos años, hay una asociación subconsciente entre fenotipo (rasgo superficial) y peligrosidad. En cierto modo, nuestro instinto biológico de supervivencia es algo que, por si solo, analiza el mundo y nos ayuda a evitar el peligro cuando existe la posibilidad, por remota que sea, de encontrarnos con él. Nos hace la tarea de sobrevivir más eficiente. Eso son los prejuicios, un mecanismo psicológico que nos ayuda a mantenernos alejados del peligro mediante una generalización de la fuente de este. Por ejemplo, si durante nuestra vida nos encontramos repetidas veces con raperos que son maleducados y violentos (o nos repiten una y otra vez que los raperos son maleducados y violentos), sentiremos cierta aversión instintiva hacia cualquier rapero, aunque al final resultase que era un rapero hippi del evangelio.
Yo creo que las personas no somos culpables de sentirnos de un modo u otro, de tal modo que uno no se debe sentir culpable si no le gusta el pollo frito, o si evita a raperos de forma instinctiva, ya que hay muchos factores que han moldeado nuestra forma de sentir, pero sí somos responsables de la gestión de esos sentimientos. De este modo, si al que le viene un sentimiento de inseguridad o aversión al ver un rapero sabe que, en el fondo, no todos los raperos del planeta son mala gente, debe hacer un esfuerzo por no discriminar a una persona sólo porque sea rapero/a, y darle las mismas oportunidades que le daría a alguien que no sea rapero/a. Es responsable de hacer ese esfuerzo, y aunque no puede ser culpabilizada por sentir aversión hacia los raperos en general, sí puede ser juzgada por cómo actúa al encontrarse con uno/a.
Yo, si os soy sincero, creo ese miedo que he sentido y con el que no me gusta identificarme, está causado por dos motivos:
1. La realidad en la que he vivido. Por mucho que a nivel teórico haya sido de aceptación e integración, a nivel práctico he compartido mi vida diaria (adulta) muy poco con personas de otras culturas. Y cuando lo he hecho, no ha sido en un ámbito multicultural, sino más bien en núcleos donde yo era el extraño (Ghana o Burkina). De esto no me hubiera dado cuenta si no hubiese caminado por grandes ciudades francesas como Burdeos, Orleans o París, en las cuales he visto mucha mayor multiculturalidad de la que he visto jamás en Madrid.
2. La televisión. No se vosotros, pero yo habré visto miles de películas en las cuales son los negros gangsters del ghetto los que arman todo el lío, son los malos más malos y a los que hay que temer. Esto es igual que en el ejemplo de los raperos; si tus padres te repiten toda la vida que los raperos son maleducados y violentos, estarás predispuesto a pensar de ese modo. Pues esto es igual. De forma subconsciente, se nos ha repetido demasiadas veces a través de la TV que ciertas personas son de un modo, y ante la falta de más información (por no haberlos conocido realmente), es en base a esas enseñanzas que los juzgamos.
No soy antropólogo, sociólogo ni psicólogo, y no puedo profundizar mucho más en este tema sin pasarme de listo, de modo que lo voy a dejar aquí. Mi intención con este post era aclarar un sentimiento que me tenía confundido, y el cual puede que sintáis algunos de vosotros, por el cuale no os debéis sentir culpables (ya que somos producto de muchos estímulos que se escapan a nuestro control), pero si responsables de cómo actuéis ante ello.
Hakuna matata…

[ES] De Orleans a Bruselas: sobre la rubia, Efemóclides, tortillas de patatas y una cara hecha de culos (18:44 06/09/2010)

Hace mucho que no escribo. Igual demasiado, pero es que han sido días muy ocupados. En realidad no, pensandolo mejor no creo que sea ese el motivo. El motivo es más bien que tengo buen internet y demasiado tiempo libre tirado bajo un techo decente, y cuando esto ocurre me engancho a ver series, pelis, a leer las noticias, ver videos sobre gente muy rara con dos cabezas en youtube, etc. Y al final nunca encuentro el momento de ponerme a escribir. Cuando estoy entre arboles, o el internet del McDonalds es tan lento que tarda 5 minutos en cargar un icono, pues soy más productivo. Curioso.

El caso es que no os he contado nada desde aquella noche en la dormí en aquel parque celestial justo después de Nantes; no os he hablado de la rubia, ni de París, ni de Bruselas, ni de que he defendido mi tesis hoy y he aprobado (y me han elogiado mi forma de escribir y mi pasión por la sostenibilidad :D), ni de a dónde voy mañana. Así que sin más dilación, os voy a dar la versión resumen (porque la completa es infinita).
Al día siguiente del parque celestial me levanté bien pronto, porque a mi alrededor ya había gente paseando a sus perros, y se hace un poco raro dormir en esas circunstancias. Casi un kilo de alubias con fideos y guisantes (mis combinaciones no serán muy ortodoxas, pero te nutren que flipas), y a las 8 estaba en la bici ciclando hacia el sol. Y tres minutos despues, me encuentro a esta…
imageEsta se llama Chloé (pronunciarlo como queráis, yo siempre lo pronunciaba mal), y es una fisioterapeuta francesa con motor Alemán que había vendido sus pertenencias, dejado su trabajo y su piso, metido todo en una bici KTM gigante con tantas alforjas que hasta las alforjas llevaban alforjas, y se había echado a la carretera. Menuda chutada. Aquella mañana que nos conocimos sólo llevaba un par de días ciclando, pero había hecho unas cuantas salidas antes, y estaba bien fuerte, así que sabía lo que estaba haciendo. Eso si, la tía pretendía dormir en campings como una pija, así que le dije que se dejase de tanta tontería que la iba a enseñar a dormir como un mendigo profesional. Dado que los dos íbamos hacia Orleans, decidimos ciclar juntos ese día, y me resultó muy refrescante volver a viajar con alguien. Todo mi viaje había sido solitario excepto con Alejandro los primeros días, y la verdad es que tanto tiempo conmigo mismo me estaba volviendo loco. En serio, el tiempo en solitario es muy bueno para escuchar las gilipolleces que reverberan constantemente en la cabeza de uno, pero pasado un limite lo único que quieres hacer es lijarte el cerebro para que las voces paren. Pero eso no es buena idea. Mejor es que se una alguien con quien hablar, y la lijomanía se acaba.

image image image image image image image image image image image image image imageLos tres días con Chloé fueron muy productivos en cuanto a distancia recorrida; nos levantábamos (se levantaba y me hacía seguirla) a las 7 de la mañana, y a las 7:30 estaba montada en la bici como una enferma mental. Ni desayunaba alubias ni nada. Pero claro, conmigo el 60% de las conversaciones trataban de comida y del hambre que tenía, y tras tres días eso caló y se acababa metiendo unos desayunos bien potentes. Al tercer día llegamos a Orleans, donde nos separamos y yo dormí detrás de un super muy cutre. Así es la vida.
imageLos siguientes dos días los invertí en llegar a París. No recuerdo muy bien como fueron la verdad, de modo que os dejo con fotos del camino…

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Esto fue a la mañana después de aquel post apocaliptico en el que relataba lo mucho que me cuesta pedir ayuda. Estuve en el McDonalds cargando el iPad hasta las 11 de la noche y salí de ahí en total oscuridad y sin saber donde dormir. Por suerte, encontré un parque y me dejé absorber por su negrura. Sorprendentemente, dormí como un cerdo de bien.

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Este es mi amigo Efemóclides. Me lo encontré tirado en un campo en medio de la nada y lo puse colgando de mi bici. Parecía que llevaba una cabeza amputada. Luego se me cayó por medio de París. Pobre.

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Mini-recuerdo: Una de las cosas que quería hacer durante mi viaje era comprarle comida a alguna persona solitaria sin hogar y comer con el/ella en el suelo, para que me contase su historia de vida y hacerle sentirse incluido/a en la sociedad de algún modo. Mi primer intento fue con un hombre que estaba pidiendo en frente de un super; entré, le compré un pan grande y queso, y le comenté que le había comprado comida y que quería comer con él. Inmediatamente me respondió que no, que tenía comida de sobra y que solo quería dinero. Yo, cortao, me disculpé y me fui. Mi segundo intento fue peor. Llegué a Paris y en medio de una gran calle había un hombre muy flaco y sucio sentado en la acera. No miraba hacia las personas que pasaban a su lado, ni hacia ninguna tienda ni restaurante, sino que miraba hacia el cielo, como si esperase ver algo que nunca llegaba. Estuve observandole casi media hora, durante la cual no se movió, y tras mucho debate interno, decidí que comería con él. Me fuí a un restaurante de Kebabs y me pedí uno con todo a rebosar, mas patatas y una botella de agua. Dejé mi bici junto a una farola, y con los raviolis que tenía para ese día, una cuchara y su bolsa con el kebab, me acerqué a él lentamente y le pregunté en mi francés chungo que si tenía hambre, que me gustaría comer con el. Y va, y me dice que no! Que ya ha comido y que no quere más! Debo admitir que lo flipé un poco; no me esperaba ese rechazo contínuo. El otro día lo conseguí por fin, en Bruselas. Pero no fue intencionado por mi parte, sino que fue un hombre muy muy flaco que se me acercó y me preguntó si le compraba arroz con verduras. Hablamos un poco y al final le acabó invitando el del propio bar. Pero me pareció muy curioso e interesante el hecho de que varias personas rechazasen mi intento de ofrecer comida. Parece que la comida no es algo dificil de conseguir ya. Da que pensar…

El caso es que llegué a París, y una vez allí me puse en contacto con la pareja que me acogió en Nantes. Que calidad de gente, en serio. No solo me ofrecieron su casa y comida durante dos noches, sino que además me dieron sus llaves de casa para que pudiese entrar y salir a mi bola, y me hicieron un mini-tour por la zona. Esas noches, el dormir en una cama de verdad me supo a gloria líquida. Nada mejor que eso.
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(Les cociné una tortillaca de patatas 🙂 )
El 1 de septiembre por la mañana cogí un bus hacia Bruselas. Cogí el bus porque si no, no me hubiera dado tiempo a estar allí para el finde del 2 al 4, durante el cual estarían mis padres y hermana de visita. Además, mi rodilla estaba bastante pocha y no era cuestión de meterme 300 kilometros a sprint en dos días.
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Bruselas ha sido gozoso. Estar con el brother, ver a la familia y dormir en cama limpia, ha sido gozoso. Conocer a Salvador y a su gato Bancuo, ha sido gozoso. Y hoy defendí mi tesis por skype, y me la aprbaron! Eso sí que ha sido gozoso 😀 Un peso menos de encima jeje. Mañana, el brother y yo salimos para Amsterdam, a la cuál llegaremos en unos 5 días, pero esto huele a desastre ocasional porque ni si quiera tenemos tienda para Ignacio, y la ruta va a ser improvisada al máximo. Pero bueno, da igual, más emoción.

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Bueno, aquí lo dejo, que estoy un poco chuzao de sangría (había que celebrar mi tesis y que Ignacio ha tenido su último día de trabajo hoy), estoy reventao, y mañana me tengo que levantar pronto o nos veo saliendo a las 4 de la tarde. Trataré de escribir en breves con los siguientes acontecimientos! Augur!!
(Nota: este post lo tenía que haber subido hace 3 días ya, pero la página web desde la que gestiono mi blog me la lió y no me dejaba entrar, así que hasta hoy no he podido. Disculpad el vacío existencial)