Amar en tiempos de Tinder. Visión, misión y perspectivas de futuro (ES 16:55 18/01/2017)

Aaaaay el Tinder. Revolución sexual, social y emocional, todo en una app. De esto quiero hablar hoy. Pero no voy a hablar desde fuera, manteniendo una posición crítica de distancia y superioridad. No no. Quiero hablar desde dentro, y como siempre, metiendo mi historia fangosa de por medio. Porque yo… sí he usado Tinder.

(Nota: este post empecé a escribirlo hace una semana. Por aquel entonces, aún utilizaba la app, y la frase anterior se leía: “Porque yo… sí uso Tinder”. Hoy, la he borrado. La aplicación, no la frase. Bueno, la frase también. Ya me entendéis! En mi cerebro, es como si hubiese culminado mi experimento. Como si de repente no me produjese ningún interés. Creo que ya me he aburrido de ella.)

Decir que usas Tinder es un poco tabú a día de hoy. Nadie habla de ello de primeras, y la gente se avergüenza si se ve en la obligación de admitir que lo usa. Lo paradójico, sin embargo, es que muchos de nosotros/vosotros/ellos/ellas lo tienen instalado/a en el móvil/a. ¿Sabéis como lo se? Pues porque hay una opción en el facebook que te permite ver quién de tus amigos/as usa Tinder. Si si, lo que he dicho. Mucho dicen que Tinder no publica en tu nombre, pero nadie se lee la letra pequeña…

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También lo se porque me encanta sacar el tema cuando estoy con gente, y en el momento en el que yo digo que uso Tinder, todo el mundo empieza a hablar de su experiencia en la aplicación. Ahí es cuando se pone interesante.

Yo he tenido tres momentos en mi vida de usar Tinder. Tinder, por cierto, significa yesca o material inflamable. De ahí el logo…

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Eso, o el logo es una forma poco discreta de avisarte de que en eso se van a convertir tus genitales como no tengas cuidado usando la app. Pero, para los que no lo sepáis, Tinder también es una aplicación que te permite ‘conectar’ con personas cercanas a tí. Una vez que conectas con ellas, puedes convertir esa conexión en lo que a tí (y la otra persona) os dé la gana. Para conectar, lo único que tienes que hacer es desplazar el perfil de la persona (fotos + descripción) a la derecha de tu pantalla. Los perfiles se ven así…

Tinder app screen grab (HANDOUT)

Si esa persona hace lo mismo con tu perfil, se crea la magia potagia y se abre un canal para que los dos converséis.Y aquí es donde empieza lo jodido… pero volvamos atrás que me he ido, como siempre…

Yo he usado Tinder tres veces (o en tres periodos distintos de mi vida, más bien). La primera vez fue por curiosidad máxima, nada más salir la aplicación. Si si, el Tinder es una herramienta superficial, fría e inhumana del demonio (si tú la conviertes en ello), pero soy un ser curioso. Recuerdo que, por aquel entonces, podías darle ‘likes/me gustas’ a todas sin límite (no como ahora). A mi me parecía la mejor estrategia sin duda alguna; así te aseguras las posibilidades de echar pinchitos al máximo. Qué iluso. Al poco me aburrí de no encontrar a nadie interesante (mentira!! A veces escribo basura que no me la creo ni yo. Me aburrí de no obtener la aceptación desmesurada que buscaba, ni elogios a mi corte de pelo moderno, ni sexo rápido) y lo desinstalé.

Segundo intento… En éste me dio por experimentar al máximo jaja. Me río yo solo porque se lo que viene. Como ya no tenía smartphone, me puse el Tinder en el ordenador, y descubrí que podía cambiar mi posición GPS y aparecer en cualquier lugar del mundo (eso implica que las personas que me van a aparecer en la aplicación serán las que se encuentren -falsamente – cerca de mi). Y ¿qué hice? Pues intentar descubrir el país del mundo en el que más atrajese a las mujeres, para luego viajar allí claro! Así estaba de desesperado jajaja. Lo que hacen las hormonas…

(Nota: Al final del post os cuento en qué país tengo más éxito superficial :p )

Tercer intento… y último. A la tercera va la vencida ¿no? Más o menos, todo depende del objetivo prefijado… Lo que está muy claro es que esta vez ha sido diferente. Diferente porque el grado de conocimiento que tengo sobre mi mismo, sobre mis emociones, mis gustos y mis apetencias, ha aumentado mucho en los últimos meses. No es lo mismo meterse a usar una aplicación de citas online sin tener ningún criterio, buscando todo, queriendo todo, desesperado por obtener aceptación por cualquier lado sin importar quién te acepte, que ir con una serie de filtros por delante. Ir sabiendo que no le vas a gustar a todo el mundo, que no le tienes que gustar a todo el mundo, que no le puedes gustar a todo el mundo, y que no pasa nada, porque no todo el mundo te va a gustar a ti tampoco.

En Tinder solo hay gente superficial que busca follar y ya. Una shit licue de cabra strange, como diría mi primo. En Tinder me he encontrado de todo, desde chicas que no ponen mas que fotos de selfies poniendo morritos y enseñando escote (eso si, dejando muy clarito que solo quieren tener conversaciones profundas con gente interesante…), hasta chicas que están viajando por el país y quieren hacer amigos, o chicas que buscan el amor de su vida (que no mida menos de 1.80m por favor, que los demás son unos pedazos de escoria despojos de la humanidad que no merecen ni que se les dirija la palabra). Buah que de mala hostia me pone la discriminación por alturas. Me imagino que hay muchos tíos que hacen lo mismo o peor en Tinder (shame on them!), pero yo solo veo las tias y esos comentarios me sacan la vena psicópata. En fin. En Tinder también hay chicas que parecen muy normales, pero que luego son bordes como ellas solas, y chicas aparentemente vacías que luego te sorprenden con un mundo interior de lo más interesante. Y es que, ¿que hostias va a haber en una app a la que se une tanta gente, si no la misma diversidad de seres humanos que hay en la vida real?

Hay un pobema, chicos y chicas. Y ya es tan tarde en la noche que se me estan quitando los filtros cerebrales y puedo empezar a escribir barbaridades. La tecnología es como un vomitado de cigueña sólido, convertido en helado, metido por la napia de un rinoceronte, y vomitado de nuevo. Los seres humanos no estamos hechos para comunicarnos así. E igual que yo pierdo filtros cuando se hace muy tarde y me entra el sueño, la gente pierde filtros cuando está detrás de una pantalla. Y la gente hace daño. Y dice cosas ofensivas. O simplemente pasa de todo. Y luego se siente frustrada. Y se deprime. Y deprime a los demás.

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Imaginate esto: Suena tu movil y se te notifica de que tienes un nuevo me gusta. Máxima emoción, quién será quién será! Ermenegilda. Pues muy bien. Le escribes. “Hola Ermenegilda, que tal?” Carita feliz. Jamás hay respuesta. Fuck! Una semana después… otro me gusta. Petra. Aquí te pones ingenioso… primero la carita feliz, y luego el que tal. Responde!! Hola. Bien y tu? Pues bien, aquí bla bla bla. Tú que haces? Jamas responde. Fuck, doble fuck!! Al mes te percatas de que muchas tias en su perfil ponen: no respondo a “hola, que tal?”… What?!? Que clase de bordería es esa? Entonces que empiezo, con un chiste? Te cuento un poema? Algo ingenioso? Y tú que? Porqué tengo que ser yo el que hable primero? Qué clase de reglas implícitas hay en este juego? Si tu y  yo nos conocemos en persona, y al presentarme ves que no te gustan mis cejas (por ejemplo), o que no te apetece mucho contarme a qué te dedicas… me dejarías ahí, te darías la vuelta y te irías sin más?

Una de las cosas que más me han sorprendido del Tinder es la facilidad con la que se deshumaniza a las personas. Pero no porque la aplicación te obligue a ello, NO! Pero te facilita la opción. Las relaciones interpersonales requieren esfuerzo. Requieren esfuerzo para florecer, y para mantenerse en flor. Ese esfuerzo se percibe por ejemplo en momentos de silencios incómodos, nerviosismo o enfado. Son situaciones que requieren algo de trabajo para ser superadas y dar paso a relaciones ‘reales’. Pero ese esfuerzo no parece darse con demasiada frecuencia en el mundo virtual. Total, puedes bloquear a la persona o apagar el movil y te la suda. No le tienes que mirar a la cara. ¿Me equivoco? Pues sí me equivoco; hay veces que la vida no nos da para más, o somos muy despistados y tenemos ocho mil mensajes a los que responder, y aunque queramos responder, se nos pasa. La tecnología nos conecta por encima de nuestra capacidad de gestión de relaciones (creo yo), y por un lado o por otro, la acabamos liando…

Igual es que soy muy sensible, o excesivamente considerado, o estoy como una cebolla (100% ido de la olla), pero a mi esta forma de hacer las cosas no me parece correcta. ¿Sabéis cual es el problema de nuestra sociedad? Bueno, hay muchos, pero uno que se refleja aquí es que cada vez tenemos menos tiempo para vivir (porque estamos consumidos haciendo aquello que nos llena los bolsillos y nos vacía el alma), y echamos de menos sentir cariño. Pero ya no sabemos cómo ni donde encontrarlo, o estamos demasiado cansados y/o asustados para salir a buscarlo, y lo intentamos hacer desde el sillón, o el báter, o la cama o el trabajo. A través del móvil. Y ni siquiera ahí invertimos el esfuerzo necesario para establecer buenas conexiones humanas. Porque no podemos. O no queremos.

Es muy tarde, y no se qué digo. El Tinder es solo una aplicación. No es buena ni mala, porque es lo que los usuarios quieran hacer de ella, y estos no son ni buenos ni malos. Pero nos falta tanta educación emocional y tanto conocimiento sobre el gestión de las ‘relaciones virtuales’, que muy poca gente lo hace bien (bien, como yo entiendo bien, que puedo estar equivocado). Y ojo, que digo esto pese a que a mi el Tinder precisamente me ha ayudado a crecer personalmente, por raro que parezca. No respecto a echar pinchitos, sino a aceptar el rechazo (porque el Tinder es una máquina de rechazo continuo, y o lo superas o te hundes). Y a entender que yo también puedo rechazar, que tengo derecho a poner mis propios filtros (y que debo hacerlo!), y que soy una persona que también elige además de ser elegida.

Voy a concluir, porque es muy tarde, mi cerebro está líquido y no se cuantas gilipolleces estoy diciendo por párrafo: El Tinder es una plataforma online que facilita la creación de conexiones entre personas que quizás si o quizás no se hubieran conocido en persona de no haberse encontrado por ahí. Es una herramienta, y como toda herramienta, puede usarse bien y puede usarse mal, al igual que puede usarse para hacer el bien o para hacer el mal (conceptos distintos). En ella hay gente de todo tipo, maravillosa y no tan maravillosa. Gente con todo tipo de intenciones. Dado que somos (en general) pésimos comunicadores emocionales, y que la tecnología facilita el pasotismo y dificulta la empatía (frente a la interacción física), el Tinder se acaba usando de muy mala manera, y… en mi humilde opinión… no creo que jamás pueda ni deba sustituir al modo tradicional de buscar pareja. Hay casos de éxito, si. Pero son la excepción, no la norma. Ahora bien, si la herramienta recibiese un uso mucho más humano, y generase tanta confianza como para impulsar a las personas a pasar del plano virtual al físico con más rapidez, entonces creo que podría ser una herramienta muy potente para sacar a las personas fuera de casa. Hasta que eso ocurra, creo que es solo una excusa para quedarnos en nuestra zona de confort. Y por esto, creo que me la he borrado. Por último, solo deciros que es en México donde tengo más éxito superficial, en China donde menos, y que lo que he puesto del facebook revelando si usas tinder es una trola photoshoppeada que he colado porque me ha dado la gana.

Vivan los jabalís berrugosos.