Me estoy leyendo un libro muy interesante. Me parecía interesante antes de comprarlo, y me parece más interesante aún ahora que llevo casi la mitad del libro leído.
Una de las primeras cosas que venía con muchas ganas de hacer tras mi viaje nomádico era la de comprarme 4 o 5 de los 32 libros que tengo pendientes de leerme en mi lista de favoritos de Amazon. No es por publicitar a Amazon, pero es que a través de ellos encuentro muchos libros de segunda mano, y encima permite hacer listas de favoritos, lo cual mola mucho. El libro que da chispa a mi tema de hoy se titula Thrivability: breaking through to a world that works ( escrito por Jean M. Russel, 2013, Ed. Triarchy Press), y os voy a hablar de él porque viene a cuento de una gran divagación filosófica/científica que llevo amasando en mi interior las últimas semanas. Empecemos por lo primero…
Thrivability es una palabra que en Inglés suena culta y sofisticada, pero que no tiene traducción al Castellano, y me está rayando mucho. Lo más parecido, en mi opinión, serían los términos ‘florecimiento’ o ‘prosperabilidad’, el primero de los cuales es demasiado pomposo, y el segundo me lo he inventado porque no existe. En fin. El caso es que se dice que algo esta ‘thriving’ o prosperando, en relación al mundo natural, cuando no solo crece sino que se desarrolla en todas sus facetas, y promueve que el resto se desarrolle de igual forma. En mi cabeza es como una explosión de vida, colores e hipopótamos gordos. No se si os ayuda.
Pues bien, si ‘thrive’ es prosperar, ‘thrivability’ se refiere a una corriente de pensamiento o forma de ver el mundo que busca lograr que las acciones (que realizamos nosotros los humanos) tengan ese efecto exponencial de promover la vida. Para que podáis entender a qué carajos me refiero con esto, es necesario colocar este concepto en un marco teórico más claro, y para ello lo voy a comparar con otra corriente importante que todos conocéis porque se repite hasta aburrir: la sostenibilidad.
La palabra sostenibilidad me aburre profundamente, y cada vez que tengo que pronunciarla en alto me da la sensación de que le apaga el cerebro a alguna de las personas que me está escuchando. Y no me extraña. Es como los productos bio. En cuanto las empresas ven que el término bio empieza a vender, todo es bio: bio-cereales, bio-chorizo y hasta bio-patinetes he visto. ¿Qué pasa? ¿Es que lo bio está mal? Pues no, pero su uso excesivo lleva a que se pierde la noción de lo que significa realmente. Se convierte en una tendencia y nadie sabe al final porqué fucks es importante comprar bio.
Como ya mencioné en uno de los primeros posts sobre sostenibilidad, el desarrollo sostenible se puede definir como “un desarrollo que permite cubrir las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de futuras generaciones de cumplir sus propias necesidades” (adaptado del inglés por mi, WCED, 1987, p. 43). En mi opinión, hay dos graves problema con el concepto de sostenibilidad, a parte de la pérdida de significado que ha sufrido a consecuencia de su uso excesivo e inapropiado, y estos son:
- Que, a efectos prácticos, se ha transmutado el significado de ‘desarrollo sostenible’ por el de ‘desarrollo sostenido’. Cambiar ‘ble’ por ‘do’ parece poca cosa, pero marca toda la diferencia. Mirad… cuando una empresa, ciudad, país o planeta se propone lograr un desarrollo sostenible, pone sus esfuerzos en modificar su actividad o actividades para que no rompan esa premisa de no comprometer que generaciones futuras puedan satisfacer sus propias necesidades. Es decir, se proponen lograr cierta armonía con el medio natural para no impedir que unos y otros puedan funcionar juntos. Lograr ese objetivo muchas veces conlleva DEJAR DE HACER CIERTAS COSAS, porque simplemente no se puede lograr un desarrollo sostenible si mantenemos ciertas actividades. En cambio, cuando lo que se propone es lograr un desarrollo sostenido, se buscan estrategias para lograr seguir haciendo lo mismo, pero que el impacto al medio sea menor, o lo justo para no ser demasiado molesto. No nulo, ni mucho menos positivo, sino sólo menor. Esto que digo no me lo invento; esta diferencia conceptual se debe a que, durante los años 90 y principios de este siglo, el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y las Naciones Unidas le dieron una interpretación distinta al concepto de ‘desarrollo sostenible’ a través de una serie de conferencias y documentos (DuPlessis, 2012; World Bank, 1992, p. 3; United Nations Development Programme, 2003, p. 2).
- Que el término sostenibilidad suena a una erección a medias. Eso no mola. Mola estar potente. Me explico… Alcanzar un estado de sostenibilidad es básicamente decir que vamos a intentar dejar de joderlo todo, y ya. Es insuficiente, es bah! Ugh! Es un objetivo que se queda corto, que es mucho menos de lo que podemos lograr, y que no transmite realmente una imagen positiva de la explosión de vida y abundancia que desearíamos obtener. Si te estás meando muchísimo, vas a aguantar hasta llegar al váter, tanto si está a 2 minutos como si está a 5 (más de eso no se yo). Pero en ambos casos, medio segundo antes vas a sentir que revientas, y ese sentimiento será igual de intenso a los 2 minutos y a los 5. Los objetivos funcionan así, y modificamos nuestros esfuerzos y nuestra percepción de la realidad para que encajen con ellos. Podría poner el mismo ejemplo con correr una maratón o hacer flexiones. Ya me entendéis.
Entonces, si la visión que crea la sostenibilidad en nuestras cabezas es insuficiente para los objetivos que podemos lograr, ¿qué marco teórico, metodológico y filosófico debemos emplear? Pues el que yo, y algunos otros antes que yo, proponemos es el de thrivability. Si, cuando uno piensa en sostenibilidad, piensa en toda la mierda que está ocurriendo, y en formas de hacer que eso deje de ocurrir, cuando uno piensa en thrivability, piensa en como toda esa mierda es la oportunidad perfecta para lograr una transición hacia algo mejor, piensa en como la especie humana es un ser vivo más en el planeta, y que como tal tiene la capacidad de hacer que su desarrollo impulse y promueva el desarrollo de más vida a su alrededor (es decir, que podemos generar valor positivo, y no solo nulo o negativo), y permite visionar un mundo en el cual toda la vida, y no solo la humana, sea capaz de satisfacer sus necesidades en el futuro. Fuck yeah!
Os voy a poner una tabla muy sencilla en la que se comparan sostenibilidad y thrivability, para que veáis de forma más clara las ramificaciones de dicha visión. Está en Inglés, sorry.
(Fuente: http://www.urbanthriving.com/)
Bueno, todo esto era para hablar de un tema muy relacionado: las historias que contamos sobre nuestro mundo, y cómo estas afectan a las acciones que nosotros mismos y aquellos que las escuchan llevan a cabo.
Durante mi viaje escribí mucho sobre catástrofes, plástico, muerte, pedos y cacas. Y la verdad es que, por poder, podría seguir escribiendo sin parar de ello. Porque hay mucho; hay mucho que hacemos mal, algo de lo cual somos conscientes, y mucho de lo que no lo somos. Otras muchas cosas no podemos cambiar, o requieren muchísimo esfuerzo. Y otras sí, pero interfieren con nuestro día a día y ya no nos quedan energías para hacerlo. Todo ello me ha llevado a plantearme la siguiente pregunta…
A nivel psicológico, ¿es más eficaz tratar de explicarle al mundo todo la lista de putadas sociales y medioambientales que se dan en nuestro planeta hoy en día, y cómo su comportamiento afecta a este panorama, o es mejor esforzarse en desarrollar alternativas, y luego salir al mundo y explicarle porqué esas alternativas son mejores?
A mi me pone mucho el que me cuenten problemas y ver cómo de mal van las cosas, porque me encantan los retos y tener problemas que solucionar. Pero intuyo que hay mucha gente que se siente abrumada e incluso juzgada cuando se le informa del daño y las consecuencias negativas que tienen acciones que, hasta ese momento, no consideraba como dañinas para nada ni nadie. Entonces, tal vez la estrategia que he llevado hasta ahora no sea la mejor. Sí, hay que conocer el panorama real. Pero tal vez se gana el corazón de las personas cuando se le presentan visiones más positivas del mundo, más esperanzadoras, con más posibilidades, y en las que no se sientan abrumadas por la impotencia individual que parecemos sentir muchos ante tales conflictos.
Y bien, ¿tú que piensas?
Bibliografía
- Du Plessis, C. (2012). Towards a regenerative paradigm for the built environment. Building Research & Information, 40(1), 7-22. http://dx.doi.org/10.1080/09613218.2012.628548
- Russell, J. (2013). Thrivability. Triarchy Press.
- United Nations Development Programme (UNDP). (2003). South
Africa: Human Development Report, Oxford University
Press, Cape Town. - World Bank. (1992). World Development Report, Oxford University
Press, New York, NY. - World Commission on Environment and Development (WCED). (1987). Our Common Future. Oxford: Oxford University Press
Pienso que tenemos que plantear soluciones que enriquezcan el medio en el que vivimos. Debemos de tener los ojos bien abiertos para localizar los problemas que no solo nos afectan a nosotros si no a todos los seres del planeta y enamorar/deslumbrar con soluciones ingeniosas y factibles…a por ello!
Y qué tal una mezcla de ambas?. Saber lo que está mal y usar toda nuestra creatividad para encontrar alternativas? Y qué tal si esto sirviera para otro tipo de problemas???
Pienso que estoy contigo en que dentro de la vorágine de vida que cada cual tiene, lo que menos ganas tiene uno es que le cuenten todo lo malo que ocasiona al medioambiente, el resto de sociedad, al sistema, etc. Vivimos de una forma muy “cómoda” donde tenemos de todo…a costa de otros, pero lo tenemos, y eso no mola que te lo quiten o te hagan cuestionartelo. Me gusta tu visión y creo que es mucho más impactante. Lo bueno del ser humano es que es generoso por naturaleza, así que es cuestión de ir plantando una semilla y que esta vaya creciendo…