Abuelas que ruedan, republicanos, y solomillos gigantes (5 de junio, 2021)

Estoy dándome un masaje en una de estas butacas robot en un centro comercial rodeado de abuelas en sillas de ruedas mientras suena Mariah Carey en la megafonía y escribo este post. Hace dos días estaba durmiendo detrás de unos almacenes en un polígono industrial, con miedo de que me arrestase la policía. Menudo viaje más raro. Lo que más gracia me hace es que mientras voy muriendo en la bici subiendo cuestas pienso constantemente en lo que voy a escribir y en cómo empezar mi siguiente post, pero nunca pensaría que estaría donde estoy ahora mismo. Uff me está costando concentrarme. Placer extremo. No se me da bien la multitarea. Paso, luego sigo escribiendo.

48 horas después…

El cristianismo va a resurgir en todo el mundo, al menos eso creo, y eso deseo. Los jovenes drogados verán a Jesucristo y así es como va a empezar todo, porque sin Dios las personas no tienen compás interno y usan la opresión y el miedo para dominar al resto. (…) A los hijos hay que decirles lo que tienen que estudiar y hacer en la vida, y solo así te salen bien. Con mano dura. Que no sean unos “pussys”. (…) Pablo, si vas a ser líder debes ser duro en esta vida. Tienes que ser el único que no llora en el funeral de tu padre. Buena suerte.

El otro día conocí a Paul y Miyang. Los dos son un encanto, aunque tal vez esa palabra describa más a Miyang que a Paul, pero ambos me abrieron las puertas de su casa las noches del 1 y 2 de junio – primero porque pagué una habitación de AirBnB, pero después porque me invitaron gratis de buena voluntad. Les estaré siempre agradecido, porque llevaba 4 días durmiendo en la calle y estaba empezando a oler a estercolero. Paul es de Los Ángeles y Miyang de Korea del Sur. Ambos llevan casados 21 años. Paul es más mayor, debe tener sesenta y muchos. Nada más entrar por el garaje de su casa vi una colección enorme de tablas de surf (8), y al parecer no son ni la mitad de las que tiene. Paul es surfista, aventurero, viaja en bici y en moto, y quería viajarse el mundo en barco, pero su mujer no le deja. Paul es un republicano de los más puros, con una visión del mundo de lo más conservadora. Me recordaba al actor este que hace westerns y tiene la cara doblada. No me sale su nombre. Bueno, cuando le dije a Paul que vengo de estudiar en Berkeley me preguntó que si había conocido a algún comunista… Ja!

Miyang nunca se pronunció políticamente. Ella lleva la casa y fue la que realmente me invitó a pasar una noche más con ellos. Miyang me encanta, y es ya mi persona favorita de este viaje. Miyang llevó un restaurante durante 11 años y cocina que te defecas. La primera mañana después de dormir en el airbnb vio que viajo en bici y me preparó dos solomillos con patatas y huevos, otro solomillos como mi muslo para cenar, y bacon con tortilla, queso y manzana para desayunar al día siguiente. Llevo los últimos dos días procesando colesterol para que no me de un ictus, comiendo omeprazol, y rezando avemarías purísimas para redimir mis pecados cárnicos, pero mereció la pena. Aquí nuestras caras…

Antes de continuar con historias, creo que debería explicar algunos detalles generales de este viaje, porque no he dado contexto y no dejo de hablar de momentos concretos sin ningún hilo argumental, así que voy a recapitular un poco.

Viajar es importante. Te da perspectiva. Gonzaventuras lo sabe bien. Yo planeo viajes de sufrimiento y agonía/placer y bucolismo porque me dan espacio para meditar y reflexionar sobre todo lo que he aprendido los años anteriores. Estudiar en Berkeley ha sido una bendición para mí en muchos sentidos, pero durante este tiempo he tenido muy poco espacio para ser creativo y reflexionar sobre porqué hago lo que hago. Es algo casi intrínseco a los estudios académicos, por lo menos en mi limitada experiencia de 14 años de colegio, 5 años de licenciatura, y 4 años de másters. [Jarkor, llevo 23 de mis 30 años de vida estudiando, y cuatro de esos siete años los pasé siendo un feto. No lo había pensado hasta ahora. En fin.] El caso es que estoy en EEUU, un país enorme lleno de montañas, lagos, desiertos, y subculturas fascinantes, y en dos años sólo he visto Berkeley, San Francisco, Yosemite y Santa Cruz. A habido covid, pero no puede ser, y qué mejor manera de viajar con cero emisiones que en bicicleta. En un principio iba a ir desde Berkeley hasta Ciudad de México, pasando por Baja California, esquivando narcos y comiendo tacos, pero perderme el norte de la costa me daba pena, así que decidí hacer la siguiente ruta…

Después de la aventura de los mapaches llegué a Portland sano y salvo el 28 de mayo, y tras pasear por la ciudad (llenísima de gente sin hogar, más que en San Francisco), cenar, y dormir en casa de mi amiga Leah, salí con ella en coche hasta la costa al día siguiente. Acabamos aquí…

Para hacerme la vida más sencilla voy a hacer esto un poco esquemático:

Noche 1: Invasión de jardín ajeno.

Mi amiga Leah me dejó en la costa, pero no encontrábamos ningun sitio público donde dormir (aquí todo es de alguien, y lo que no es de nadie es de los osos y bobcats), y ya todos sabemos la mala suerte que tengo durmiendo en la playa, así que acabé colándome en el jardín de una casa al anochecer. Una vez dentro de la tienda me acordé de que aquí los dueños de una casa o terreno tienen permiso para volarte la cabeza con una escopeta si estás en su propiedad sin permiso, y ya no dormí nada. Al día siguiente me levanté medio infartado cuando un ciervo se acercó a mi tienda, y a las 5 de la mañana estaba ya en la bici pedaleando. Aluciné un buen con los paisajes…

Noche 2: Defeking in the polígono industrial.

¿Cómo harías numero 2 en un polígono industrial? No por nada, solo por curiosidad. Piénsalo, nunca sabes qué puede pasar en la vida. Ese día me hice muchísimos kilómetros, con la emoción nuevamente de viajar por el mundo con mi bici, como un astronauta en su primer viaje intergaláctico. Grité, canté, lamí el aire y pedaleé hasta Pacific City. Tampoco había parques públicos así que tuve que dormir detrás de unos almacenes en un polígono industrial. Ocurrieron cosas y había cámaras, pero la policía nunca vino. A las 6 de la mañana me había ido.

Noche 3: El campo de béisbol.

Este día no tuvo grandes eventos que recuerde, aunque mi memoria es muy mala. Mi olor a podrido iba en un 3/5 a estas alturas. Ah si ya me acuerdo! Ese día calculé mi ruta como el hojaldre y llegué a un pueblo a las 4 de la tarde, demasiado pronto. En vez de mirar el mapa supuse que me había hecho el trayecto más rápido de lo esperado y me quedé ahí. Hubiera dado igual de no ser porque al día siguiente tenía que llegar al airbnb que acababa de reservar en North Bend, que según mis cálculos estaba super cerca, pero al día siguiente me di cuenta de la enorme cagada que había hecho.

Noche 4: adiós rodillas, hola jacuzzi.

Ese día, 1 de junio, me monté en la bici a las 6:30 de la mañana (como veis cada día más tarde, y hoy ya son las 12:30 12:50 de la tarde y aquí sigo) y según pongo mi destino en el mapa veo 82 millas!! No 30 como yo pensaba, 82! Eso son como 132 kilómetros creo. Pero había reservado y ya no había vuelta atrás, así que me puse en marcha sin hesitar. Ese día solo comí alubias en lata y granola, porque no me daba tiempo a montar el fuego, y llegué casi a las 8 de la tarde. No pudo haber más cuestas porque me habría salido de la estratosfera, e iba gritando barbaridades en la bici porque furia y odio eran lo único que me daba energías en esos momentos.

¡Pero llegué! Y al llegar me encontré con esto…

De aquí hasta las siguientes dos noches ya sabéis lo que pasó. Básicamente me cociné en el jacuzzi con toda mi ropa (se llenaron las paredes de una sustancia negra y marrón asquerosa que luego tardé una hora en limpiar), comí como un cerdo, dormí, comí y dormí mas. Anoche, tras salir de la casa de Paul y Miyang, llegué a Bandon, un pueblo muy majo a solo 30 millas del AirBnB, y descubrí que solo cuesta 7 dolares dormir en un camping. Jaja. Así que de ahora en adelante voy a dormir en campings más a menudo, que me van a acabar deteniendo y tampoco soy tan pobre como para no poder permitírmelo. Y aquí estoy, a 4 de junio a las 12:59 13:12 de la tarde, en una mesa del camping escribiendo esta entrada. Como véis escribir me lleva un buen rato. Me duele un poco el culo del asiento de la bici, mi rodilla izquierda me da miedo pero el ibuprofeno ayuda, y no huelo mal porque en el camping hay ducha. Voy a salir ya hacia Port Orford, pero no se cuanto tardaré ni donde voy a dormir. Supongo que lo contaré en la próxima entrada. Hasta entonces, drogaros a ver quién ve a Jesucristo primero.

Pd: cuando el grajo vuela bajo, aguas mil.

Pd2: Este blog es cutre de pelotas en términos de diseño pero no tengo tiempo de esforzarme, así que voy a probar a poner vídeos aquí abajo a ver si compensa. Decidme si es una chusta.

 

4 thoughts on “Abuelas que ruedan, republicanos, y solomillos gigantes (5 de junio, 2021)”

  1. Pablo!!! Divertido como siempre, jajajja!! La costa del Pacífico es una maravilla….y sí, dormir en camping es muy buena idea, ufff!!

  2. Por favor, Pablo! duerme en un camping!!!
    No dejes de contarnos cosas, situaciones y sensaciones y de poner videos, fotos y lo que quieras, cuando puedas.
    Diles a los que te acojan y te traten bien que en Alverja, Madrid, España, tienen un hueco.
    Cuídate. Es una orden!!

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