Me estoy leyendo un libro muy interesante. Me parecía interesante antes de comprarlo, y me parece más interesante aún ahora que llevo casi la mitad del libro leído.
Una de las primeras cosas que venía con muchas ganas de hacer tras mi viaje nomádico era la de comprarme 4 o 5 de los 32 libros que tengo pendientes de leerme en mi lista de favoritos de Amazon. No es por publicitar a Amazon, pero es que a través de ellos encuentro muchos libros de segunda mano, y encima permite hacer listas de favoritos, lo cual mola mucho. El libro que da chispa a mi tema de hoy se titula Thrivability: breaking through to a world that works ( escrito por Jean M. Russel, 2013, Ed. Triarchy Press), y os voy a hablar de él porque viene a cuento de una gran divagación filosófica/científica que llevo amasando en mi interior las últimas semanas. Empecemos por lo primero…
Thrivability es una palabra que en Inglés suena culta y sofisticada, pero que no tiene traducción al Castellano, y me está rayando mucho. Lo más parecido, en mi opinión, serían los términos ‘florecimiento’ o ‘prosperabilidad’, el primero de los cuales es demasiado pomposo, y el segundo me lo he inventado porque no existe. En fin. El caso es que se dice que algo esta ‘thriving’ o prosperando, en relación al mundo natural, cuando no solo crece sino que se desarrolla en todas sus facetas, y promueve que el resto se desarrolle de igual forma. En mi cabeza es como una explosión de vida, colores e hipopótamos gordos. No se si os ayuda.
Pues bien, si ‘thrive’ es prosperar, ‘thrivability’ se refiere a una corriente de pensamiento o forma de ver el mundo que busca lograr que las acciones (que realizamos nosotros los humanos) tengan ese efecto exponencial de promover la vida. Para que podáis entender a qué carajos me refiero con esto, es necesario colocar este concepto en un marco teórico más claro, y para ello lo voy a comparar con otra corriente importante que todos conocéis porque se repite hasta aburrir: la sostenibilidad.
La palabra sostenibilidad me aburre profundamente, y cada vez que tengo que pronunciarla en alto me da la sensación de que le apaga el cerebro a alguna de las personas que me está escuchando. Y no me extraña. Es como los productos bio. En cuanto las empresas ven que el término bio empieza a vender, todo es bio: bio-cereales, bio-chorizo y hasta bio-patinetes he visto. ¿Qué pasa? ¿Es que lo bio está mal? Pues no, pero su uso excesivo lleva a que se pierde la noción de lo que significa realmente. Se convierte en una tendencia y nadie sabe al final porqué fucks es importante comprar bio.
Como ya mencioné en uno de los primeros posts sobre sostenibilidad, el desarrollo sostenible se puede definir como “un desarrollo que permite cubrir las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de futuras generaciones de cumplir sus propias necesidades” (adaptado del inglés por mi, WCED, 1987, p. 43). En mi opinión, hay dos graves problema con el concepto de sostenibilidad, a parte de la pérdida de significado que ha sufrido a consecuencia de su uso excesivo e inapropiado, y estos son:
Que, a efectos prácticos, se ha transmutado el significado de ‘desarrollo sostenible’ por el de ‘desarrollo sostenido’. Cambiar ‘ble’ por ‘do’ parece poca cosa, pero marca toda la diferencia. Mirad… cuando una empresa, ciudad, país o planeta se propone lograr un desarrollo sostenible, pone sus esfuerzos en modificar su actividad o actividades para que no rompan esa premisa de no comprometer que generaciones futuras puedan satisfacer sus propias necesidades. Es decir, se proponen lograr cierta armonía con el medio natural para no impedir que unos y otros puedan funcionar juntos. Lograr ese objetivo muchas veces conlleva DEJAR DE HACER CIERTAS COSAS, porque simplemente no se puede lograr un desarrollo sostenible si mantenemos ciertas actividades. En cambio, cuando lo que se propone es lograr un desarrollo sostenido, se buscan estrategias para lograr seguir haciendo lo mismo, pero que el impacto al medio sea menor, o lo justo para no ser demasiado molesto. No nulo, ni mucho menos positivo, sino sólo menor. Esto que digo no me lo invento; esta diferencia conceptual se debe a que, durante los años 90 y principios de este siglo, el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y las Naciones Unidas le dieron una interpretación distinta al concepto de ‘desarrollo sostenible’ a través de una serie de conferencias y documentos (DuPlessis, 2012; World Bank, 1992, p. 3; United Nations Development Programme, 2003, p. 2).
Que el término sostenibilidad suena a una erección a medias. Eso no mola. Mola estar potente. Me explico… Alcanzar un estado de sostenibilidad es básicamente decir que vamos a intentar dejar de joderlo todo, y ya. Es insuficiente, es bah! Ugh! Es un objetivo que se queda corto, que es mucho menos de lo que podemos lograr, y que no transmite realmente una imagen positiva de la explosión de vida y abundancia que desearíamos obtener. Si te estás meando muchísimo, vas a aguantar hasta llegar al váter, tanto si está a 2 minutos como si está a 5 (más de eso no se yo). Pero en ambos casos, medio segundo antes vas a sentir que revientas, y ese sentimiento será igual de intenso a los 2 minutos y a los 5. Los objetivos funcionan así, y modificamos nuestros esfuerzos y nuestra percepción de la realidad para que encajen con ellos. Podría poner el mismo ejemplo con correr una maratón o hacer flexiones. Ya me entendéis.
Entonces, si la visión que crea la sostenibilidad en nuestras cabezas es insuficiente para los objetivos que podemos lograr, ¿qué marco teórico, metodológico y filosófico debemos emplear? Pues el que yo, y algunos otros antes que yo, proponemos es el de thrivability. Si, cuando uno piensa en sostenibilidad, piensa en toda la mierda que está ocurriendo, y en formas de hacer que eso deje de ocurrir, cuando uno piensa en thrivability, piensa en como toda esa mierda es la oportunidad perfecta para lograr una transición hacia algo mejor, piensa en como la especie humana es un ser vivo más en el planeta, y que como tal tiene la capacidad de hacer que su desarrollo impulse y promueva el desarrollo de más vida a su alrededor (es decir, que podemos generar valor positivo, y no solo nulo o negativo), y permite visionar un mundo en el cual toda la vida, y no solo la humana, sea capaz de satisfacer sus necesidades en el futuro. Fuck yeah!
Os voy a poner una tabla muy sencilla en la que se comparan sostenibilidad y thrivability, para que veáis de forma más clara las ramificaciones de dicha visión. Está en Inglés, sorry.
(Fuente: http://www.urbanthriving.com/)
Bueno, todo esto era para hablar de un tema muy relacionado: las historias que contamos sobre nuestro mundo, y cómo estas afectan a las acciones que nosotros mismos y aquellos que las escuchan llevan a cabo.
Durante mi viaje escribí mucho sobre catástrofes, plástico, muerte, pedos y cacas. Y la verdad es que, por poder, podría seguir escribiendo sin parar de ello. Porque hay mucho; hay mucho que hacemos mal, algo de lo cual somos conscientes, y mucho de lo que no lo somos. Otras muchas cosas no podemos cambiar, o requieren muchísimo esfuerzo. Y otras sí, pero interfieren con nuestro día a día y ya no nos quedan energías para hacerlo. Todo ello me ha llevado a plantearme la siguiente pregunta…
A nivel psicológico, ¿es más eficaz tratar de explicarle al mundo todo la lista de putadas sociales y medioambientales que se dan en nuestro planeta hoy en día, y cómo su comportamiento afecta a este panorama, o es mejor esforzarse en desarrollar alternativas, y luego salir al mundo y explicarle porqué esas alternativas son mejores?
A mi me pone mucho el que me cuenten problemas y ver cómo de mal van las cosas, porque me encantan los retos y tener problemas que solucionar. Pero intuyo que hay mucha gente que se siente abrumada e incluso juzgada cuando se le informa del daño y las consecuencias negativas que tienen acciones que, hasta ese momento, no consideraba como dañinas para nada ni nadie. Entonces, tal vez la estrategia que he llevado hasta ahora no sea la mejor. Sí, hay que conocer el panorama real. Pero tal vez se gana el corazón de las personas cuando se le presentan visiones más positivas del mundo, más esperanzadoras, con más posibilidades, y en las que no se sientan abrumadas por la impotencia individual que parecemos sentir muchos ante tales conflictos.
Y bien, ¿tú que piensas?
Bibliografía
Du Plessis, C. (2012). Towards a regenerative paradigm for the built environment. Building Research & Information, 40(1), 7-22. http://dx.doi.org/10.1080/09613218.2012.628548
Russell, J. (2013). Thrivability. Triarchy Press.
United Nations Development Programme (UNDP). (2003). South
Africa: Human Development Report, Oxford University
Press, Cape Town.
World Bank. (1992). World Development Report, Oxford University
Press, New York, NY.
World Commission on Environment and Development (WCED). (1987). Our Common Future. Oxford: Oxford University Press
He estado un poco reticente a escribir (como es obvio, ya que no escribo nada desde hace casi un mes), principalmente porque no sabía que iba a salir, y no encontraba las fuerzas para hacerlo. Pero hoy se han dado las circunstancias necesarias. Me gustaría poder decir que este post va a tener una estructura coherente, pero no puedo garantizar nada, ya que si algo ha caracterizado mi estado mental estas últimas semanas, es la desestructuración. Allá voy…
Decidí montar en bici hacia la nada porque necesitaba escapar. Escapar y olvidar. Las relaciones humanas son jodidas. No creo que haya nadie que pueda negar ese dato. Hay relaciones de las que se aprende mucho, y otras de las que no se aprende tanto. Pero aprender mucho no significa que lo que se aprende (o se saca como conclusión de una relación) sea una conclusión acertada. Yo he mirado mucho fuera de mí al analizar relaciones pasadas, porque es menos aterrador, y muchas veces concluía cosas sobre mí que no eran ciertas, o que solo servían para tapar problemas más profundos. En mi última relación de pareja hice un esfuerzo enorme por mirar hacia dentro y entender por qué las cosas iban mal. Y eso me dejó muy descolocado, pero a su vez me hizo ver aspectos de mi persona sobre los que necesitaba trabajar, aspectos de los cuales no me había dado cuenta antes, y que no solo han influido en mis relaciones de pareja, sino que van mucho más allá, desde lo que busco en las personas hasta como me concibo a mí mismo. Y esa fue realmente la diferencia. Supongo que esto ha marcado un antes y un después.
Sentado en mi cama a finales de mayo, espalda contra la pared, recuerdo pensar en la persona que esperaba ser a mi vuelta del viaje. Recuerdo pensar que podría curarme si me lo planteaba bien. Soy una persona muy sensible, y me importa mucho lo que piensen las personas de mí. Tanto que la mayoría de las veces mi humor, mi autoestima y la concepción que tengo de mi mismo depende casi enteramente de los ‘estímulos sociales’ de aceptación o rechazo que haya percibido de mi entorno. No tengo porqué leerlo dos veces para saber que eso no es lo ideal. El caso es que, cuando uno se guía en la vida por lo que cree que los demás piensan de él, uno empieza a olvidarse de sí mismo, y se convierte en una especie de espectro indefinido, como una triste gota de pintura que se disuelve en un charco de lluvia. Yo quería dejar de ser así, porque queriendo agradar a todo el mundo, lo único que estaba haciendo es hacer daño a personas que me importan, y a mí mismo.
Entonces un día pensé: “¿qué puedo hacer para obligarme a interaccionar socialmente con personas, y que me enseñe a que me importe poco lo que piensen de mí? Y lo que se me ocurrió fue un viaje en bici de tres meses. Hacerlo solo me daría la oportunidad de empezar de cero, ser yo y no tener que darle explicaciones a nadie. También me daría la oportunidad de dejar que todos los sentimientos de tristeza, enfado y frustración que llevo embotellados brotasen en forma de llanto, gritos, y hachazos a árboles (con los cuales me disculparía luego por el daño causado). Viajar de forma continua, pasando tan solo una noche en cada lugar, me daría la oportunidad de ser un gilipollas con alguien si me daba la gana (o tener una disparidad de opiniones, o enfadarme, o decirle que algo no me gusta), y luego no ver a esa persona jamás. Y por último, completar una locura de viaje me daría un subidón a mi autoestima, porque todo el mundo comentaría lo loco que estoy y me elogiarían por haberlo completado. Al menos, así es como interpretaba yo que ocurrirían las cosas. Y sí, también hice este viaje porque quería conectar con la naturaleza, y dedicarle tiempo a pensar en sostenibilidad y en mi futuro, y hacer ejercicio. Pero ahora mismo no quiero hablar de ello.
Ahora que han pasado varias semanas desde que volví, y me ha dado tiempo a relajarme y coger un poco de perspectiva, quiero intentar analizar lo que ha pasado en este viaje, y entender por qué coño he vuelto más inseguro y con más ansiedad social de la que tenía cuando me fui.
Mi viaje ha sido tremendamente solitario. Salí con Alejandro, y montamos juntos durante 4 días. Fue la hostia. Luego hice lo mismo con la francesa durante 3 días. Y por último con mi hermano la última semana. Good times, the best. Pero el resto estaba solo. Había días que no interaccionaba con nadie más que con la cajera del súper. Y gracias a Dios que escribía post, porque si no me hubiese vuelto loco del todo. Igual hay personas que pueden (o saben) estar en paz interior cuando están en silencio. Yo no. Mi cabeza es un sin fin de ideas y pensamientos. Es como si tuviese un clon en mi interior que se dedica a narrar cosas continuamente, es exasperante hasta niveles apoteósicos. Os pongo un ejemplo: estoy caminando y se me cae un boli al suelo. Cuando me agacho estoy pensando en hacerlo de forma que ‘quede bien’, como si fuese un actor de las películas y me está mirando medio mundo. En mi cabeza hay una voz que está juzgando como me agacho, como si fuese la voz de alguna de las personas que está caminando a mi lado. Como si esa persona (muchas veces, en mi cabeza, una chica) no tuviese otra cosa mejor que hacer que dedicarle 30 segundos a mirarme fijamente y analizar mi postura y como me muevo. Joder, suena a que estoy como las putas cabras.
Por algún motivo, esas narraciones mentales se quedan en un plano secundario cuando estoy haciendo muchas cosas en mi día a día, hablando con gente de cosas que me gustan (pero de uno en uno, que si no la liamos), haciendo deporte o viendo una serie (por eso estoy tan enganchado). En mi viaje no había series, el deporte era monótono y no requería de mi atención activa, y había pocas personas con las que hablar. En consecuencia, empecé a escuchar a mi voz interna, que cada vez me hablaba en un tono más alto, más imperativo, más insistente. Es curioso porque en un principio me resultó muy útil escucharla; en cierto modo me hacía ver aquellas cosas sobre las que tenía que trabajar más a nivel personal. Pero a la larga, tras horas y horas de soledad, esos monólogos internos que se repetían en bucle como pensamientos obsesivos se convirtieron en diálogos, y me encontraba hablando solo dentro de mi cabeza, luchando activamente contra mi voz interna mediante la creación de otra voz nueva. Aquí un dato interesante para los curiosos: cuando escuchaba música, en vez de tener uno o dos pensamientos que se repetían de forma continua, mis pensamientos iban transicionando en función del tono emocional de las canciones, como si mis pensamientos tuviesen que ir en la misma frecuencia de onda de la canción que estaba escuchando en ese momento. Era más llevadero. Interesante, ¿verdad?
Si mi voz interna me dijese “tío eres la hostia” o “mira lo inteligente que eres que tienes una carrera en biotecnología, un master, coordinas una ONG y quieres montar tu propio centro de innovación” o “joder Pablo, que guapo eres y que bueno estas, tanto ejercicio da sus frutos” o “tu empatía con el mundo y tus ganas de luchar por un mundo mejor te hacen una persona súper valiosa y especial”, pues este post tendría otro título (tal que: Sobre la arrogancia profunda…). Pero mi voz interna no es tan maja. Es bastante cabrona, crítica y recalcitrante. Haberla escuchado tanto no ha sido bueno para mi. Ha ganado terreno, y por eso creo que me siento peor.
Pero no todo es malo. Como ya dije en el post sobre la ‘experiencioterapia’, las reflexiones que hice mientras viajaba me ayudaron a pensar en la forma de combatir mis demonios. Por eso, este viernes 7 de octubre empiezo una de las cosas que más me aterra en esta vida, clases de teatro. Si, dije que haría clases de baile, pero el teatro creo que es un reto todavía mayor para mí (y no tengo dinero para hacer ambas). Dos horas a la semana. Porque en esta vida hay que salirse de nuestra zona de confort. Todo menos rendirse. 🙂
El tema sobre el que quiero hablar hoy es un tema muy delicado, y con el cual es muy fácil ser políticamente incorrecto, ofender a alguien o dar una impresión equivocada . Por ello, voy a poner mucho esfuerzo en pulir el texto y matizar siempre que considere necesario, porque no quiero que haya ningún malentendido. Si lo hay, pido que se me pida aclarar algo antes de juzgarme de cualquier modo. Gracias.
Quiero hablar de racismo, de lo que es, de porqué ocurre (biológicamente hablando), de cómo nos afecta, y de mi historia personal con este tema, la cual me ha dado mucho que pensar en este último mes de nomadiamo ciclista.
Me gustaría empezar relatando brevemente la interacción que he tenido a lo largo de mi vida con culturas y personas de clase económica distintas a la mía. En concreto, con personas de piel blanca provenientes de una clase económica media-alta. Lo quiero hacer porque considero que es relevante incluir esta información en el análisis que voy a hacer sobre este tema más adelante en el texto, y porque es necesario recrear mi pasado para entender la gestión que hago de la realidad en el presente.
Yo he vivido prácticamente toda mi vida (por lo menos mi vida consciente) en Pozuelo, un pueblo a 13 kilómetros a las afueras de Madrid centro. Y dentro de Pozuelo, en Prado de Somosaguas, que es una zona de urbanizaciones donde vive gente de clase media-alta (y, en ocasiones, muy alta). Menciono esto porque, a diferencia de otras zonas de Madrid o de España, Pozuelo es un lugar en el cual la multiculturalidad es muy baja. Es decir, que en mi vida diaria, y en lo que respecta a mi hogar y alrededores, he tenido poca interacción con personas de otras culturas. Esto contrasta fuertemente con la interacción social que tuve durante mis años en el Colegio Americano de Madrid (desde los 4 hasta los 13 años), en el cual el mix cultural era notable, y muy muy enriquecedor. Sin embargo, eso se acabó cuando me cambié al colegio Estudio, donde la multiculturalidad bajó notablemente.
Al acabar el bachillerato tuve mi primera experiencia de voluntariado en Burkina Faso junto a mi madre, la cual lleva viajando desde hace años a Burkina/Etiopía/India para colaborar en diversas campañas oftalmológicas. Mi siguiente interacción con el continente Africano vino 5 años después, al acabar la carrera, cuando me fui a Ghana a colaborar con una ONG local que trabaja para acabar con el maltrato infantil (www.evangghana.org). Desde entonces he estado en Ghana otras 4 veces, siempre en apoyo a la iniciativa de esta ONG.
En lo que respecta a mi educación, jamás recuerdo haber sido influenciado (ni en el colegio ni en el hogar) para pensar que unas personas puedan ser superiores o inferiores a otras basado en el tono de su piel, la zona del mundo de la que provengan o el dinero que tengan en los bolsillos. Sin embargo, a uno no solo le educan sus padres y profesores, sino que uno también se educa a través de otras fuentes de información; en este caso, me refiero a la televisión, donde incluyo películas, series, publicidad y noticias.
Pues bien, llevo queriendo hablar de este tema unas semanas ya, porque desde que puse pié en la primera gran ciudad francesa (Burdeos), me percaté de un sentimiento en mi, de un prejuicio, con el cual no me identifico pero que no puedo ignorar. Como he mencionado en posts anteriores, hay que ver los sentimientos no como buenos o malos, sino como informativos, y aunque sé que los sentimientos que vienen suscitados por prejuicios los solemos calificar rápidamente como malos, os voy a pedir que hagamos el esfuerzo de mantenernos abiertos y analizar sobre qué nos están informando exactamente, de dónde vienen, y que se debe hacer con ellos. Se que estoy siendo un poco misterioso en cuanto a los sentimientos a los que me refiero, de modo que voy a ser más especifico…
Como sabéis, durante mi viaje he dormido en mi tienda de campaña la gran mayoría de las noches, y ésta la he tenido que poner en parques, en la playa, en un skatepark, detrás de supermercados, en medio de rotondas, en jardines, y en algún que otro edificio abandonado. En ocasiones, me he encontrado merodeando calles oscuras a media noche sin ser capaz de encontrar un lugar donde dormir y, sobre todo al principio, algo de miedito si me daba. Este miedo era notablemente mayor en las grandes ciudades, donde las diferencias socio-económicas eran mucho mayores y más palpables, y aquí es donde viene la clave; me producía mayor miedo estar merodeando por las calles y cruzarme a personas de culturas lejanas a la occidental, cómo por ejemplo a personas de origen Africano o Árabe, que a europeos blancos. Juzgar a las personas de este modo no me gusta nada en absoluto. No estoy de acuerdo con ello, pero sin embargo, lo he hecho. Repetidas veces. Me molesta mucho porque quiere decir que a un nivel basal, biológico e instinctivo, tengo un mecanismo de defensa que hace que me salte la alarma ante distintas personas en función de la ropa que lleven, la música que escuchen y el grado de pigmentación de su piel. Esto contrasta mucho con mi pensamiento racional, a través del cual yo defiendo que, pese a las diferencias superficiales evidentes entre las personas de distintas etnias, la esencia humana es la misma y es la cultura en la que crecemos y la educación que recibimos lo que dicta cómo somos como personas. Entonces, ¿soy racista?
Se entiende como racismo la defensa de la superioridad de un grupo étnico sobre el resto. En antropología, el término raza (humana) se refería a grupos en que se subdividen los seres humanos de acuerdo con diversos sistemas de clasificación usados especialmente entre los siglos XVIII y mediados del XX. Estos sistemas incluían pigmentación de la piel, pigmentación del cabello y los ojos, prognatismo, forma de la nariz, etc. En general, criterios muy superficiales. Hablo en pasado porque el término ‘raza’ se ha ido dejando de utilizar progresivamente y ha sido sustituido por el de ‘étnia’, el cual proviene del griego “ethnos” que significa pueblo o nación. Por tanto, mientras raza se refiere a características fenotípicas, etnicidad se refiere a cultura, y específicamente a diferencias culturales.
Como decía, los sentimientos no son buenos ni malos, sino informativos, y a mi el sentimiento de miedo e inseguridad que me producen instintivamente ciertas personas me está informando de que, en algún lugar de mi cabeza, y pese a lo mucho que he trabajado con personas de diversas culturas durante estos últimos años, hay una asociación subconsciente entre fenotipo (rasgo superficial) y peligrosidad. En cierto modo, nuestro instinto biológico de supervivencia es algo que, por si solo, analiza el mundo y nos ayuda a evitar el peligro cuando existe la posibilidad, por remota que sea, de encontrarnos con él. Nos hace la tarea de sobrevivir más eficiente. Eso son los prejuicios, un mecanismo psicológico que nos ayuda a mantenernos alejados del peligro mediante una generalización de la fuente de este. Por ejemplo, si durante nuestra vida nos encontramos repetidas veces con raperos que son maleducados y violentos (o nos repiten una y otra vez que los raperos son maleducados y violentos), sentiremos cierta aversión instintiva hacia cualquier rapero, aunque al final resultase que era un rapero hippi del evangelio.
Yo creo que las personas no somos culpables de sentirnos de un modo u otro, de tal modo que uno no se debe sentir culpable si no le gusta el pollo frito, o si evita a raperos de forma instinctiva, ya que hay muchos factores que han moldeado nuestra forma de sentir, pero sí somos responsables de la gestión de esos sentimientos. De este modo, si al que le viene un sentimiento de inseguridad o aversión al ver un rapero sabe que, en el fondo, no todos los raperos del planeta son mala gente, debe hacer un esfuerzo por no discriminar a una persona sólo porque sea rapero/a, y darle las mismas oportunidades que le daría a alguien que no sea rapero/a. Es responsable de hacer ese esfuerzo, y aunque no puede ser culpabilizada por sentir aversión hacia los raperos en general, sí puede ser juzgada por cómo actúa al encontrarse con uno/a.
Yo, si os soy sincero, creo ese miedo que he sentido y con el que no me gusta identificarme, está causado por dos motivos: 1. La realidad en la que he vivido. Por mucho que a nivel teórico haya sido de aceptación e integración, a nivel práctico he compartido mi vida diaria (adulta) muy poco con personas de otras culturas. Y cuando lo he hecho, no ha sido en un ámbito multicultural, sino más bien en núcleos donde yo era el extraño (Ghana o Burkina). De esto no me hubiera dado cuenta si no hubiese caminado por grandes ciudades francesas como Burdeos, Orleans o París, en las cuales he visto mucha mayor multiculturalidad de la que he visto jamás en Madrid. 2. La televisión. No se vosotros, pero yo habré visto miles de películas en las cuales son los negros gangsters del ghetto los que arman todo el lío, son los malos más malos y a los que hay que temer. Esto es igual que en el ejemplo de los raperos; si tus padres te repiten toda la vida que los raperos son maleducados y violentos, estarás predispuesto a pensar de ese modo. Pues esto es igual. De forma subconsciente, se nos ha repetido demasiadas veces a través de la TV que ciertas personas son de un modo, y ante la falta de más información (por no haberlos conocido realmente), es en base a esas enseñanzas que los juzgamos.
No soy antropólogo, sociólogo ni psicólogo, y no puedo profundizar mucho más en este tema sin pasarme de listo, de modo que lo voy a dejar aquí. Mi intención con este post era aclarar un sentimiento que me tenía confundido, y el cual puede que sintáis algunos de vosotros, por el cuale no os debéis sentir culpables (ya que somos producto de muchos estímulos que se escapan a nuestro control), pero si responsables de cómo actuéis ante ello.
Hakuna matata…
Hace mucho que no escribo. Igual demasiado, pero es que han sido días muy ocupados. En realidad no, pensandolo mejor no creo que sea ese el motivo. El motivo es más bien que tengo buen internet y demasiado tiempo libre tirado bajo un techo decente, y cuando esto ocurre me engancho a ver series, pelis, a leer las noticias, ver videos sobre gente muy rara con dos cabezas en youtube, etc. Y al final nunca encuentro el momento de ponerme a escribir. Cuando estoy entre arboles, o el internet del McDonalds es tan lento que tarda 5 minutos en cargar un icono, pues soy más productivo. Curioso.
El caso es que no os he contado nada desde aquella noche en la dormí en aquel parque celestial justo después de Nantes; no os he hablado de la rubia, ni de París, ni de Bruselas, ni de que he defendido mi tesis hoy y he aprobado (y me han elogiado mi forma de escribir y mi pasión por la sostenibilidad :D), ni de a dónde voy mañana. Así que sin más dilación, os voy a dar la versión resumen (porque la completa es infinita).
Al día siguiente del parque celestial me levanté bien pronto, porque a mi alrededor ya había gente paseando a sus perros, y se hace un poco raro dormir en esas circunstancias. Casi un kilo de alubias con fideos y guisantes (mis combinaciones no serán muy ortodoxas, pero te nutren que flipas), y a las 8 estaba en la bici ciclando hacia el sol. Y tres minutos despues, me encuentro a esta…
Esta se llama Chloé (pronunciarlo como queráis, yo siempre lo pronunciaba mal), y es una fisioterapeuta francesa con motor Alemán que había vendido sus pertenencias, dejado su trabajo y su piso, metido todo en una bici KTM gigante con tantas alforjas que hasta las alforjas llevaban alforjas, y se había echado a la carretera. Menuda chutada. Aquella mañana que nos conocimos sólo llevaba un par de días ciclando, pero había hecho unas cuantas salidas antes, y estaba bien fuerte, así que sabía lo que estaba haciendo. Eso si, la tía pretendía dormir en campings como una pija, así que le dije que se dejase de tanta tontería que la iba a enseñar a dormir como un mendigo profesional. Dado que los dos íbamos hacia Orleans, decidimos ciclar juntos ese día, y me resultó muy refrescante volver a viajar con alguien. Todo mi viaje había sido solitario excepto con Alejandro los primeros días, y la verdad es que tanto tiempo conmigo mismo me estaba volviendo loco. En serio, el tiempo en solitario es muy bueno para escuchar las gilipolleces que reverberan constantemente en la cabeza de uno, pero pasado un limite lo único que quieres hacer es lijarte el cerebro para que las voces paren. Pero eso no es buena idea. Mejor es que se una alguien con quien hablar, y la lijomanía se acaba.
Los tres días con Chloé fueron muy productivos en cuanto a distancia recorrida; nos levantábamos (se levantaba y me hacía seguirla) a las 7 de la mañana, y a las 7:30 estaba montada en la bici como una enferma mental. Ni desayunaba alubias ni nada. Pero claro, conmigo el 60% de las conversaciones trataban de comida y del hambre que tenía, y tras tres días eso caló y se acababa metiendo unos desayunos bien potentes. Al tercer día llegamos a Orleans, donde nos separamos y yo dormí detrás de un super muy cutre. Así es la vida.
Los siguientes dos días los invertí en llegar a París. No recuerdo muy bien como fueron la verdad, de modo que os dejo con fotos del camino…
Esto fue a la mañana después de aquel post apocaliptico en el que relataba lo mucho que me cuesta pedir ayuda. Estuve en el McDonalds cargando el iPad hasta las 11 de la noche y salí de ahí en total oscuridad y sin saber donde dormir. Por suerte, encontré un parque y me dejé absorber por su negrura. Sorprendentemente, dormí como un cerdo de bien.
Este es mi amigo Efemóclides. Me lo encontré tirado en un campo en medio de la nada y lo puse colgando de mi bici. Parecía que llevaba una cabeza amputada. Luego se me cayó por medio de París. Pobre.
Mini-recuerdo: Una de las cosas que quería hacer durante mi viaje era comprarle comida a alguna persona solitaria sin hogar y comer con el/ella en el suelo, para que me contase su historia de vida y hacerle sentirse incluido/a en la sociedad de algún modo. Mi primer intento fue con un hombre que estaba pidiendo en frente de un super; entré, le compré un pan grande y queso, y le comenté que le había comprado comida y que quería comer con él. Inmediatamente me respondió que no, que tenía comida de sobra y que solo quería dinero. Yo, cortao, me disculpé y me fui. Mi segundo intento fue peor. Llegué a Paris y en medio de una gran calle había un hombre muy flaco y sucio sentado en la acera. No miraba hacia las personas que pasaban a su lado, ni hacia ninguna tienda ni restaurante, sino que miraba hacia el cielo, como si esperase ver algo que nunca llegaba. Estuve observandole casi media hora, durante la cual no se movió, y tras mucho debate interno, decidí que comería con él. Me fuí a un restaurante de Kebabs y me pedí uno con todo a rebosar, mas patatas y una botella de agua. Dejé mi bici junto a una farola, y con los raviolis que tenía para ese día, una cuchara y su bolsa con el kebab, me acerqué a él lentamente y le pregunté en mi francés chungo que si tenía hambre, que me gustaría comer con el. Y va, y me dice que no! Que ya ha comido y que no quere más! Debo admitir que lo flipé un poco; no me esperaba ese rechazo contínuo. El otro día lo conseguí por fin, en Bruselas. Pero no fue intencionado por mi parte, sino que fue un hombre muy muy flaco que se me acercó y me preguntó si le compraba arroz con verduras. Hablamos un poco y al final le acabó invitando el del propio bar. Pero me pareció muy curioso e interesante el hecho de que varias personas rechazasen mi intento de ofrecer comida. Parece que la comida no es algo dificil de conseguir ya. Da que pensar…
El caso es que llegué a París, y una vez allí me puse en contacto con la pareja que me acogió en Nantes. Que calidad de gente, en serio. No solo me ofrecieron su casa y comida durante dos noches, sino que además me dieron sus llaves de casa para que pudiese entrar y salir a mi bola, y me hicieron un mini-tour por la zona. Esas noches, el dormir en una cama de verdad me supo a gloria líquida. Nada mejor que eso.
(Les cociné una tortillaca de patatas 🙂 )
El 1 de septiembre por la mañana cogí un bus hacia Bruselas. Cogí el bus porque si no, no me hubiera dado tiempo a estar allí para el finde del 2 al 4, durante el cual estarían mis padres y hermana de visita. Además, mi rodilla estaba bastante pocha y no era cuestión de meterme 300 kilometros a sprint en dos días.
Bruselas ha sido gozoso. Estar con el brother, ver a la familia y dormir en cama limpia, ha sido gozoso. Conocer a Salvador y a su gato Bancuo, ha sido gozoso. Y hoy defendí mi tesis por skype, y me la aprbaron! Eso sí que ha sido gozoso 😀 Un peso menos de encima jeje. Mañana, el brother y yo salimos para Amsterdam, a la cuál llegaremos en unos 5 días, pero esto huele a desastre ocasional porque ni si quiera tenemos tienda para Ignacio, y la ruta va a ser improvisada al máximo. Pero bueno, da igual, más emoción.
Bueno, aquí lo dejo, que estoy un poco chuzao de sangría (había que celebrar mi tesis y que Ignacio ha tenido su último día de trabajo hoy), estoy reventao, y mañana me tengo que levantar pronto o nos veo saliendo a las 4 de la tarde. Trataré de escribir en breves con los siguientes acontecimientos! Augur!!
(Nota: este post lo tenía que haber subido hace 3 días ya, pero la página web desde la que gestiono mi blog me la lió y no me dejaba entrar, así que hasta hoy no he podido. Disculpad el vacío existencial)
Dado que somos seres sociales, y que nuestra vida está completamente determinada por nuestra capacidad para comunicarnos con el resto, sería de esperar que en el colegio, además de mates, lengua, historia, etc., se nos enseñase a gestionar las emociones correctamente y a comunicarnos de forma sana y efectiva con aquellos que nos rodean. Es mas, eso debería ser una porción notable del curriculum. Igual el sistema educativo ha cambiado mucho desde que yo era alumno, pero yo no recuerdo jamás una clase sobre inteligencia emocional, ni sobre formas de comunicación. Y si las hubo, debieron ser tan pésimas y aburridas que ni me acuerdo. Y ¿qué pasa? Pues que uno no es parido al mundo con la capacidad de comunicarse perfectamente con las personas, uno aprende distintos patrones de comunicación a medida que se desarrolla en sus círculos sociales. Y si nadie te enseña explícitamente patrones de comunicación sanos (para empezar porque la gente no suele saber qué implica una correcta comunicación de las emociones – porque las mates, la lengua y la historia son oooobviamente mucho más importantes que esa mierda), lo aprendes a hostias a lo largo de un camino de sufrimiento en el cual no solo te descuartizas mentalmente tu, sino que descuartizas a los que te rodean. Y hasta que uno no se da la hostia suprema y se te arranca la mitad de la cara, a veces no te paras a reflexionar sobre estos temas (o no lo haces tan a fondo como deberías). Por si no os habíais dado cuenta, estoy hablando desde mi experiencia propia. Por eso hay tanta rabia en mis palabras.
Yo doy mucha pena comunicándome. No hablo de que sea disléxico, ni de que no sepa pronunciar palabras. Hablo de la capacidad de exteriorizar de forma sana lo que me ocurre internamente. Esto es especialmente notable en situaciones de conflicto (tanto real como potencial). Es como si me hubiesen arrancado la parte del cerebro que se encarga de conectar lo que siento, quiero y deseo, con la que se encarga de expresarlo. El caso es que, como forma de trabajar sobre estas embolias psicológicas mías, mi querida psicóloga me sugirió que me informase sobre la asertividad, un término para mí desconocido hasta entonces, y dado el enorme valor que vi en ello, he decido que necesito compartirlo para que a otros embólicos mentales os sirva de ayuda también. ¿Qué es la asertividad?
Pues para entender bien el concepto, primero hay que hablar de ciertas cosas; entre ellas, los sentimientos y las tres formas básicas de comunicación. Voy con lo primero: los sentimientos y las emociones. Para empezar, me gustaría destacar el hecho de que, en nuestra sociedad, se nos enseña a no sentir. Y si eres un tío, más. Parece que lo que hay que hacer es avanzar en la vida, y que los sentimientos que esta te suscita (sobre todo si son tirando hacia la tristeza, el miedo, los celos, la soledad, etc.) te los tienes que tragar. Se un hombre y déjate de mariconadas! Ya me entendéis. El resultado final es una deficiente comprensión de la variedad de emociones que uno puede sentir. Si te vas al diccionario, verás que hay muchísimos sentimientos posibles, pero a efectos prácticos nosotros estamos acostumbrados a reconocer muy pocos. Y cuando la vida corre muy deprisa, o estás bien o estás mal. Y si estás mal, te das un paseo. Punto.
Como si esto no fuese suficiente, emitimos juicios morales ante distintos sentimientos, de modo que sentirse de un modo u otro hacia algo o alguien (y reaccionar de forma acorde a ese sentimiento) puede ser categorizado como ‘bueno’ o ‘malo’, en función del contexto cultural en el que te muevas. No solo por los demas, sino también por el que siente el sentimiento. Esto da como resultado personas a las que les cuesta ser sinceros emocionalmente, porque temen desencadenar reacciones negativas por parte de aquellos que puedan emitir juicios de valor sobre su forma de sentir. Ya lo he mencionado en un post anterior, y lo volveré a repetir porque me gusta mucho: los sentimientos no son ni buenos ni malos, son informativos. En otras palabras, los sentimientos son la forma sana y natural que tiene cada uno de determinar sus límites personales, y de guiarnos hacia lo que más nos satisface/gusta/hace felices. Sentirse cabreado por algo que alguien te haya dicho no es malo. Ahora bien, tu forma de reaccionar ante ese cabreo si puede ser mala (si por ejemplo le abres la cabeza con la mesa de planchar).
Un claro ejemplo de todo esto sería el chaval de 12 años al que le gusta el rosa, pero que no se viste de rosa porque, culturalmente, el rosa está asociado a las chicas, y sabe que si lo hace va a ser ridiculizado en clase. Al chico le gusta el rosa, pero ese sentimiento de atracción hacia el color se lo tiene que guardar. A menos que tenga mucha personalidad y vaya marcando tendencia claro. Pero si no hubiese una asociación entre ese sentimiento de atracción por el color rosa y la connotación negativa que se le da en este caso, ese sentimiento no quedaría reprimido. Es curioso porque esto que digo del rosa, en Ghana no existe, y ves a chavales con una camiseta rosa de Hello Kitty y a nadie le importa una mierda. Es todo cultural.
Uno de los mayores problemas del ‘estreñimiento emocional’ (de que las emociones no fluyan libremente, sea por el motivo que sea), es que se pudren en nuestro interior. Esto es especialmente notable en lo que respecta a las emociones de carácter negativo, como el dolor, la envidia, la frustración, el engaño, el rechazo, la humillación y la ignorancia. Estas, si no se expresan y quedan guardadas en nuestro interior, se convierten en enfado, y este, a la larga, en depresión. Para entender porqué, conviene introducir un término clave: la homeostasis.
La homeostasis se refiere al equilibrio del cuerpo. Normalmente se suele emplear en biología, hablando de un equilibrio físico, pero aquí vamos a hablar de ello con respecto al equilibrio emocional. De este modo, cuando la mente está tranquila, podemos decir que está en un estado de homeostasis. Sin embargo, un suceso cualquiera rompe ese estado de equilibrio, ya que suscita en nosotros un pensamiento y un sentimiento que nos desplazan fuera de él. Es cuando reaccionamos de forma apropiada a ese sentimiento que recuperamos la homeostasis. Si no lo hacemos, pues no.
Habitualmente no reaccionamos adecuadamente, sino que embotellamos el sentimiento, el cual pasa a convertirse en un síntoma somático (un dolor de cabeza, de estómago, etc.). PD: el cuerpo y la mente están conectados, mucho más de lo que algunos escépticos pensamos. Otras veces, canalizamos el sentimiento, pero hacia una o unas personas que no son culpables de lo que hemos sentido. Aquí un típico ejemplo es el del padre (o la madre) de familia que se tira todo el día guardándose el estrés del trabajo, siendo majo con los clientes que odia profundamente, y gimoteando insultos hacia su jefe al cual no soporta, y lo acaba vomitando todo sobre su mujer/marido e hijos, simplemente porque es con ellos con quien siente que puede expresar estos sentimientos de forma segura. Desgraciadamente en estas situaciones, se acaba faltando al respeto a quien más se debería respetar.
Entonces, ¿qué es la asertividad? Pues la asertividad es un tipo/estilo de comunicación que se basa en proteger nuestros límites personales sin herir los sentimientos de aquellos con quien nos comunicamos. Vamos, que es como una fórmula para ser muy francos y respetuosos a la vez, tanto con nosotros mismos como con los demás. Por tanto, está claro que para ser asertivo, primero hay que saber escuchar a nuestro lado emocional. Punto para recordar.
Existen tres tipos de comunicación:
1) Comunicación agresiva. Este tipo de comunicación es la de un padre crítico: es autoritaria y, podría decirse, falta de filtros. Las personas que se comunican de este modo suelen atacar a la persona directamente en vez de a la acción que han realizado (e.g. “Eres estúpido por haber dejado el fuego encendido!” en vez de “Dejar el fuego encendido ha sido una estupidez!” GRAN DIFERENCIA!), pudiendo llegar a ser violentas verbalmente (emplean insultos). La comunicación agresiva suele desencadenar peleas y confrontaciones.
2) Comunicación pasivo-agresiva. Es una comunicación característica de los niños, la cual destaca por una evasión de posibles confrontaciones. En esencia, el que se comunica de forma pasivo-agresiva es deshonesto en lo que dice, indirecto, emplea herramientas como el sarcasmo y, en definitiva, busca manipular a la otra persona para que acabe siendo esta la que cambie de opinión o ceda ante una disputa (mediante el uso de fórmulas como “haces que me sienta…”). Me voy a detener aquí, porque este es mi tipo de comunicación y lo odio profundamente. Yo soy muy pasivo-agresivo, y viene de que no me gusta herir a las personas. Y eso a su vez viene de que pienso que si hiero a las personas me van a rechazar. De modo que en realidad es puro egoísmo y miedo al rechazo, y no se hasta que punto son los sentimientos de la otra persona los que me importan. Me gustaría pensar que soy buena gente y que lo que me importa más son los sentimientos ajenos, pero hay veces que lo dudo. Supongo que tengo que explorarlo más. El caso es que, en mí, este tipo de comunicación es un mecanismo de defensa que se produce de forma instintiva, y muchas veces no me doy ni cuenta de lo que está pasando. Hace falta mucha introspección y autocrítica para darse cuenta, pero creo que es un estilo comunicativo bastante común y el cual hace sufrir bastante (porque de no quejarme de las cosas acabo sufriendo yo, y volviendo locos a los demás). Pero bueno, de aquí pa lante.
3) Comunicación asertiva. Esta es la que mas mola. Es un comunicación abierta, honesta, directa y de igual a igual. El objetivo del que se comunica es informar a la otra persona sobre como el o ella se siente y piensa, y de ese modo respetar sus límites personales, defender su posición, y no faltar al respeto a nadie. Se minimiza el riesgo de herir a las personas. Por eso me gusta tanto la asertividad. Pura crema.
Para comunicarnos de forma asertiva, es importante empezar las frases con “Yo me siento/Yo necesito/Yo quiero/Yo ienso…”. Ese “yo” es muy importante, porque hace ver que eres tú el que controla como te sientes, y no los demás. Me explico; con frecuencia se nos dice que son los demás los que nos hacen sentir de un modo u otro, pero esto no es cierto. Soy yo el que, debido a mi autoestima, mi humor, el día que llevo y mi sensibilidad ante las cosas, determina cómo me voy a tomar un comentario. De modo que un comentario que iba ‘de buen rollo’ me puede sentar como una patada en el culo porque lo he malinterpretado, y antes de culpabilizar a esa persona por ser una desgraciada sin sentimientos, es importante informarla de que ese comentario me ha sentado mal A MI.
Existen 4 partes a tener en cuenta cuando nos comunicamos de forma asertiva con los demás:
1.- El contenido y la estructura. Esto es todo lo que hemos hablado en este último punto.
2.- El lenguaje no verbal. No se puede ser asertivo si estas enchepado y actuando como una nutria atormentada. Tampoco si te subes a una silla para estar más alto que la otra persona. Se trata de estar en una postura de respeto e igualdad, tanto por el otro como por uno mismo.
3.- Contacto visual. Esto no tiene mucho misterio; simplemente mantener un buen contacto visual, pero tampoco penetrarle a la otra persona con tu mirada hasta que se le derritan las córneas. Un equilibrio, como siempre.
4. Tono de voz. Este es obvio; ni muy bajito y suave, porque por muy bien formulada tu frase, va a sonar a comunicación pasiva, ni muy alto porque se vuelve comunicación agresiva.
Conseguir combinar estas cuatro partes a la perfección no es fácil, y requiere su práctica. Sin embargo, existe una estrategia muy útil para ello y es la de olvidarse un poco de lo que piense la otra persona de nosotros. En mi caso, este es un punto clave ;). A mi, ser asertivo me cuesta mucho, pero estoy trabajando duro para serlo. Me gustaría que cada uno de vosotros hagáis un ejercicio de introspección e identifiquéis qué estilo de comunicación es el que os caracteriza más. Luego, si os apetece, me lo comentáis, y así me siento más acompañado en mis embolias mentales jaja.
Vayan con Dios amigos!
Para que camine hacia un desconocido y le pida ayuda para llegar al McDonalds más cercano han tenido que darse las siguientes circunstancias:
– Estoy solo en una ciudad cerca de París, pero desde la cual no se llegar a París a menos que coja la autopista.
– Se me ha agotado la batería del iPad y el móvil, y mi batería portatil está a cero.
– No hay sol, con lo cual mi panel solar no vale para nada.
– He mirado todos los mapas de todas las paradas de bus de la ciudad y ninguno me indica un McDonalds.
– He ido a centros comerciales, a la bilbioteca y al centro cultural para cargar el iPad y encontrar la dirección, pero todos estaban cerrados.
– Estoy agotado, me duele la rodilla bastante pese al ibuprofeno, los cuadriceps me arden, hace frío y está empezando a llover.
– Se está haciendo de noche y es un barrio turbio en el cual no encuentro lugar donde dormir, para variar.
Hasta que no ha ocurrido todo esto y no he caido rendido ante la imposibilidad de encontrar el McDonalds por mi cuenta no he sido capaz de pedir ayuda. A esto lo llamo yo experiencioterapia (y ser bastante cabezota).
El término me lo he inventado yo, aunque igual se usa y no lo se. En concreto, yo defino la experiencioterapia como una terapia personal basada en sobrevivir o superar una experiencia/prueba durante la cual vas a tener que enfrentarte si o si a aquello que no te gusta de tí o a algún miedo profundo. Es como si tienes pánico a ir rápido en la bici, y para superarlo le quitas los frenos, se los das de comer a tu perro, te subes a lo alto de una cuesta bien de empinada y larga, y te lanzas. Una vez que comienza el descenso, no te queda otra que superar tu miedo. Eso, o te tiras de la bici y te abres el cráneo.
En la experiencioterapia, uno debe primero diseñar la prueba teniendo en cuenta qué es aquello que quiere superar, y luego debe sacar el coraje para ponerse en lo alto de esa bajada aterradora. Es realmente el ponerse en esa situación de no retorno lo que requiere de mayor valentía. Lo que viene luego es solo supervivencia, es instintivo. O lo superas, o la palmas.
Yo me he lanzado a este viaje por muchos motivos. Uno de ellos era el de recuperar la motivación por seguir luchando por lo que creo, que tras estos ultimos meses había quedado algo chafada. Pero otro era el de superar cosas como la anterior; la de pedir ayuda. Y la de forzarme a interaccionar socialmente.
Y ¿qué ha pasado? Pues que lo he hecho un poco a medias, porque en la preparación de la experiencioterapia (que difícil es pronunciar esto jostras!), no le he echado los cojones suficientes y me he asegurado el dinero y la tecnología necesarios para casi no tener que pedir ayuda para nada. Sí, estoy sufriendo como un cerdo, durmiendo en la más absoluta miseria detrás de contenedores, pero podía haber sido más. Es como si, en el ejemplo anterior de la bici, te tiras por la cuesta pero has dejado los frenos traseros puestos. Pues por mucho valor que le eches, al cerebro no le gusta sufrir innecesariamente, y vas a acabar frenando cuando llegues a tus límites. La experiencioterapia se trata de romper esos límites, de hundirles el cráneo de un batazo.
Se podría decir entonces que mi experiencioterapia la he diluido un poco respecto a lo que podría haber sido. Pero pese a ello, he sacado y sigo sacando conclusiones muy positivas, y la experiencia me está ayudando a otener resultados en los que ni si quiera había pensado al principio. Uno de ellos es indicarme las experiencias que debo afrontar después de esta (como apuntarme a clases de baile… Shit!).
Os animo a que diseñéis y os sometáis a vuestras propias experiencioterapias. Hay que echarle un par, sobre todo si se hace bien, pero merece la pena. Nunca en esta vida vamos a ser utópicamente óptimos, y hay que aceptar que el trabajo que hacemos sobre nosotros mismos es algo que vamos a tener que mantener constante hasta los 70, cuando ya nos importe todo un carajo y nos volvamos unos viejos verdes. Pero por ahora, hay muchos retos que superar, y muchas cuestas que bajar sin frenos.
Nota: Llevar casco en la bajada no es hacer trampa, porque más despacio no te va a hacer ir, y si te empotras contra una farola a 50km/h, el cráneo te lo abres igual. 😉
Bueno bueno. Este, como el de la caca, es un tema con el que tengo una relación muy íntima. La comida. ¿A quién no le gusta? Muy de la olla tienes que estar. Ya, lo que comas, y cuanto, es otro tema. Pero gustarnos, nos suele gustar a todos.
Podría empezar a hablaros de agricultura, de monocultivos, de los transgénicos y de pollos en almíbar, pero quiero empezar de forma distinta. Quiero contaros una historia personal. Porque crea un vinculo entre vosotros, lo que escribo, y mi mundo interior. Porque los temas de los que aprendemos son mas que números; son emociones y experiencias, y la mía con la comida es una de lo más especial. A ver, que voy…
Yo empecé mamando teta, como todos. Desde que comencé a comer sólido, tuve una relación bastante monógama con la comida; básicamente huevos fritos con patatas, y yo. Era difícil hacerme comer, muy difícil (¿verdad mamá?). Pero cuando uno entra en la adolescencia, se empieza a tener más hambre. Si no, a ver de qué se nutren todos los pelos que te salen en las piernas. Yo recuerdo una auténtica pasión por el queso y los pistachos. Cogía una magdalena de esas redondas con forma de sombrero de Papá Noel, la cortaba en dos, metía una loncha de queso doblada en cuatro entre las dos mitades, y a la sandwichera. Madre del amor hermoso! Sonará todo lo asqueroso que quieras, pero cosas tan ricas hay pocas. Igy lo sabe.
La adolescencia es un momento en el que, a demás de tener mucha hambre, uno se vuelve muy susceptible a las cosas (y más si eres un sensibón como yo). Y bueno, digamos que en mí entró la noción escalofriante de que me podría poner gordo de tanto comer (y de que eso sería algo malo, muy malo). Ante esto, y teniendo en cuenta que era un chaval con poco criterio por aquel entonces, comencé a dejar de comer ciertas cosas. Fue muy gradual. Empecé por el queso. Luego los lácteos en general; el aceite y cualquier frito (patatas fritas, croquetas, nuggets de pollo, etc.); los chocolates, las tartas, las napolitanas de crema, etc etc. Vamos, todo lo rico. En general, mi criterio se basaba en la enorme absurdez de que “la grasa engorda”. Para saber qué tiene grasa y qué no, hay una cosa muy útil en el paquete de cada producto que es la tabla de valores nutricionales. Y ¿sabéis que hacía? Pues me los sabía todos de memoria. No es coña; había días en los cuales me iba al Carrefour y me tiraba horas estudiándome los valores nutricionales de cada artículo de las estanterías (no tenía demasiados amigos por aquel entonces). Recuerdo ser capaz de decir de memoria qué marcas de un mismo producto llevaban más grasas y más calorías que otras. Era como un don, pero a la vez una enorme obsesión enfermiza.
Mis conocimientos luego se traducían en un meticuloso control de lo que comía. Por las mañanas, por ejemplo, pesaba los cereales para que lo que comiese no superase las 300 calorías. Y luego hacía el ejercicio que yo consideraba necesario para quemarlo todo. Si no lo hacía, me producía ansiedad. Llegó la obsesión a tanto que recuerdo salir un día a cenar a un Ribs y, ante el miedo de que alguien se fijase en que no pedía nada, o lo más ridículo del menú, me pedí todo un costillar. Esa noche me acosté a las 2 de la madrugada porque no concebía dormirme hasta haber hecho 10.000 repeticiones en una maquina de esas en las que parece que subes escaleras. En la oscuridad. Sudando. A las 2 de la madrugada. Pura crema.
Me gustaba sentirme flaco. Es mas, cada vez que alguien hacía un comentario sobre lo flaco que estaba (con buena intención, ya que lo que querían era que comiese más), yo sonreía por dentro y me apuntaba un tanto. Se que hay muchas personas que habéis o seguís pasando por algo parecido. Es algo que puede escalar peligrosamente. Pero no tiene porqué. En mí no lo hizo (del todo).
Un día como otro cualquiera, decidí dos cosas: (1) que no podía perderme semejantes placeres como las croquetas, y (2) que tenía que aprender realmente en qué consistía la nutrición. Y así como fui quitando alimentos de mi dieta de forma progresiva durante mi adolescencia, los fui añadiendo. Esta vez, con criterio. De este estudio progresivo sobre qué es la comida y en qué consiste una alimentación sana viene mi interés intenso por este tema. A día de hoy como caaaasi de todo, y me encanta cocinar (3 horas al día como mínimo). Un día os hago un pesto vegano, y lo flipáis. Sigo sintiendo algo de ansiedad cada vez que me como algo excesivamente rico, y la necesidad de quemarlo antes de acostarme, pero he llegado a un estado más equilibrado, y en vez de mirar los valores nutricionales, me informo sobre los ingredientes, dónde se produce, y cómo. Y bueno, con esta pasión, os voy a hablar sobre comida. Y sostenibilidad 😉
El tema de la comida+sostenibilidad es muy complejo. Es como si digo: “Venga, os voy a hablar del universo!” Pues no se puede. Si lo intento, te da una cefalea raquítica y me vomitas encima. De modo que es posible que haga más de una entrada sobre el tema. O no. Yo me voy a poner a escribir, y según como verborree, y lo que verborree, pues veo. Pero voy a hacerlo como una historia, porque las historias molan, y porque a mi me gusta irme imaginando cosas mientras escribo.
Erase una vez el ser humano. Antes de los aviones, las gameboys, las playboys y los bboys, éramos nómadas, como yo a día de hoy. Eso quiere decir que nos movíamos de aquí para allí, recolectando frutos y cazando lo que fuese que se cazaba por aquel entonces (que no eran dinosaurios, por si alguien está muy despistado temporalmente). Sin embargo, hace aproximadamente 10.000 años, dejamos ese estilo de vida tan cansino y comenzamos a cultivar y a desarrollar técnicas de ganadería. Este paso lo pudimos dar gracias a que nuestra inteligencia nos permitió ejercer un cierto control sobre la vida, domesticándola en cierto modo. Y ¿porqué, de entre todas las especies, hemos sido nosotros los que hemos desarrollado un mayor intelecto? Pues la respuesta es muy compleja, pero parte del motivo viene dado por la dieta.
Aunque unos piensen más que otros, todos pensamos, y lo hacemos de forma notable en comparación con el resto de especies animales porque nuestro organismo ha podido centrarse en desarrollar nuestro cerebro (nuestra inteligencia) como mecanismo de defensa por encima de otros mecanismos, como correr muy rápido (guepardo), saltar muy alto (las pulgas) o ser muy mono (el panda). Pensadlo bien; nuestro organismo requiere una lista muy larga de nutrientes. Algunos de ellos los necesitamos ingerir a través de la dieta; estos son los llamados nutrientes esenciales. Otros, los podemos sintetizar nosotros mismos por mecanismos metabólicos mágicos y rocambolescos. Esos mecanismos requieren un consumo de energía por parte del cuerpo, porque todo proceso requiere energía, lo que implica que si somos capaces de reducir el número de nutrientes que nuestro cuerpo debe sintetizar por si mismo, tendremos más energía libre para otras cosas. Esta reducción se consiguió en algún punto de nuestra evolución mediante la inclusión de una mayor variedad de fuentes nutricionales (es decir, de poder comer de todo, de ser omnívoros). Y no solo eso, sino que a medida que íbamos garantizando la disponibilidad de alimento, nuestro organismo podía centrarse más y más en desarrollar nuestro intelecto.
¿Os imagináis qué fue aquello que nos permitió dar el gran salto en cuanto a garantía de alimento? No sabe no contesta. Ya lo he dicho: la transición de nómadas a agricultores. Esta transición es la clave mas pura clave. ¿Os habéis dado cuenta de que somos los únicos animales que privamos de libertades a otros organismos para garantizar nuestra supervivencia? Miento! Las arañas con sus telas atrapan “bichos”, y a veces más de los que se comen. Pero incluso estos bichos tienen plena libertad antes de ser atrapados. Lo que hacemos nosotros es como si el león tuviese un cerco con gacelas atadas, y cada vez que quiere una se mete y se la come. El caso es que fue con esa transición de nómadas a agricultores cuando pudimos relajarnos de tanto viaje y tanta supervivencia, y empezamos a tener más oportunidades de desarrollar el pensar.
Con la ‘invención’ de la agricultura vino un proceso añadido que hasta entonces no se había dado: la selección artificial (frente a la natural). La selección natural consiste en que, por diversos mecanismos evolutivos, unos organismos ‘se seleccionan’ o sobreviven frente a otros que no lo hacen. ¿Os suena lo de ‘la supervivencia del mas fuerte’? Pues algo parecido. Al que le interese la biología evolutiva, que se lea “The Microcosm Within” de William B. Miller, 2013, que ofrece una alternativa muy interesante al Neo-Darwinismo. La selección artificial, por otro lado, es la que hacemos nosotros. Imagina que plantas fresas, y que hay unas cuantas que te salen bien gordas y ricas. Entonces vas y seleccionas las semillas de esa planta en concreto para que tus proximas fresas tengan más posibilidades de salir igual. Y este proceso lo repites una y otra vez. Pues esto mismo es lo que empezaron a hacer los agricultores de hace 10.000 años. Podríamos llamarlo: “Biotecnología: el origen”. A día de hoy seguimos haciendo selección artificial, pero como somos muy impacientes y controladores, echamos mano de la ingeniería genética, que nos permite conseguir las modificaciones que queremos en la planta, pero sin tener que esperar tanto para obtener resultados. Ya hablaremos más de este tema, que es muy complejo y no se puede generalizar.
Dabuten. Pues visto esto, me voy a saltar aproximadamente 9.800 años, y seguro que sabéis porqué. Por la Revolución Industrial. Durante todos esos años tan solo éramos una especie más. Y esto es muy importante entenderlo. Los humanos, como especie en el planeta, tenemos un lugar en la biosfera (el conjunto de vida que habita el planeta), e idealmente, nuestro lugar puede contribuir a que los ecosistemas de los que formamos parte florezcan. Repito: llevando una dieta omnívora, podemos contribuir activamente al florecimiento de los ecosistemas terrestres. El motivo por el que, siendo omnívoros, no lo hacemos, es más complejo. Lo voy a intentar explicar. Para ello, hay que entender: (1) las condiciones bajo las cuales el ser humano estaría contribuyendo a ese florecimiento, y (2) la situación real a día de hoy.
Si tu vas y desintegras a todas las abejas del planeta (con insecticidas como el DDT por ejemplo), se produce un colapso de los ecosistemas catastrófico, porque las abejas no solo comen y dan de comer a otras especies, sino que hacen posible la reproducción de incontables especies vegetales, las cuales a su vez también comen y dan de comer. Tienen su hueco, y no os hacéis idea de las ramificaciones que tiene el alterar o eliminar el hueco de una sola especie. Sobre todo si ocurre muy rápido. A la ciencia que estudia las relaciones entre especies y sus huecos en el planeta se le llama ‘ecología’. Nosotros, como omnívoros, también cumplimos una función en la cadena trófica (i.e. alimentaria), por la cual tenemos, por decirlo en términos sencillos, derecho a una parte de la tarta. Es decir, tenemos un cupo de plantas y animales que podemos comer, siempre y cuando lo que saquemos del ecosistema lo volvamos a meter luego (para que así pueda nutrir a otros).
Pues bien, hasta justo antes de la RI, la agricultura se hacía a pequeña escala, y como ya mencioné en “Defeking in Nature”, la actividad humana siempre formaba parte de un ciclo. Pese a que ya en aquel momento tuviésemos a animales y plantas ‘a nuestro servicio’, siempre le devolvíamos a la tierra lo que nos daba prestado (nuestras cacas servían de abono), y al ser ‘pocos’, nuestro impacto no era excesivo. Aparte, y esto es muy importante, no transportábamos la comida (salvo excepciones) por medio mundo, y sólo crecíamos en cada lugar lo que cada lugar podía ofrecer de forma natural. La gente comía distinto en función de lo que daba su tierra (su ecosistema) y punto. Economía local. Pura life.
Con la RI vino (1) la disociación absoluta del reino animal y vegetal, (2) la agricultura y ganadería intensiva, (3) el auge de un sector de la economía que de repente podía generar mucho dinero, (4) el transporte de todo y (5) el uso de sustancias muy tóxicas para ayudarnos a mantener la ilusión de que podíamos controlar la naturaleza a lo bestia y sin cabeza. Vamos por partes.
(1) La disociación de reinos, como en Game of Thrones. Las cosas funcionan bien en la naturaleza porque existen y se mantienen ciertas relaciones entre lo vivo (biótico) y lo vivo, y lo vivo y lo no vivo (abiótico). Qué lio jaja. A ver, si tu dejas que la vida se desarrolle de forma natural, un arbusto que crece en medio de la nada es capaz de dar paso a un pequeño bosque, en el cual va a haber mayor biodiversidad que cuando el arbusto estaba solo. Es decir, no solo va a haber muchos más arbustos que antes, sino que van a haber otro tipo de arbustos, árboles de diversas especies, hongos, insectos y pequeños mamíferos. Esto ocurre simplemente porque la vida genera más vida, pero sólo si se permite que diversas especies se relacionen entre si, se complementen y se ‘ayuden’ unas a otras a crecer. Cuando disociamos de forma artificial un ecosistema (e.g. monocultivos de maíz por un lado y vacas por otro), rompemos esas relaciones, y la vida sólo se mantiene si nosotros, los que la tratamos de controlar, le damos ciertas cosas: agua, fertilizantes y protección al maíz, y agua, protección y pienso a las vacas. Todo esto es energía extra que nosotros tenemos que meter en el sistema para que algo, que ya de por sí funciona solo, funcione, pero cuando, donde y como nosotros queremos. Pero pese a este aporte extra de energía, el campo de maíz nunca va a dar un bosque, sino que cada vez va a degradarse más hasta no dar ni maíz, convirtiéndose en un desierto de arena. La siguiente foto ilustra bien lo que digo…
Todo el paisaje por el que me he movido hoy era similar; campos y mas campos de monocultivos segados (por eso no hay nada), manchados de pequeños oasis que muestran un ápice del bosque que antes lo cubría todo. Una pena.
Esta otra muestra como la agricultura intensiva desertiza la tierra.
Las vacas de la granja tampoco van a dar lugar a un bosque, sino que solo forman parte de un lugar donde hay muchas vacas y al cual llega mucha comida y mucha (pero mucha mucha) agua, y de la cual salen muchos desechos. En un bosque, la naturaleza se encarga de la gestión de estos desechos (porque son comida para otros). En una granja, lo hace el hombre, y malamente.
(2) La agricultura y ganadería intensiva son simplemente producto de nuevos métodos impulsados por maquinaria pesada, y nuestro ansia viva por producir mucho y muy rápido, y venderlo a toda hostia. Siempre sigue la regla de “cuanto más, mejor”. Como ya hablé de los efectos negativos de este tipo de prácticas en Defeking in Nature (Ahijado, 2016), no me voy a detener más en ello por ahora.
(3) Auge económico. Aquí lo que me viene a la cabeza primero es motivación extrínseca. ¿Os acordáis? Cuando uno hace algo puramente por una motivación extrínseca, es capaz de hacer las cosas mal con tal de conseguir su objetivo, que en este caso es mucho dinero. El matiz destructivo de nuestro sector de la alimentación se lo dan personas que no sienten pasión por la comida, sino pasión por el dinero que esta genera. Iros a pequeñas granjas en las cuales los granjeros son unos enamorados de la tierra, y veréis como todo lo hacen diferente (para bien).
(4) El transporte de todo. De esto ya he hablado. En resumidas cuentas, el transporte de alimento por todo el planeta lo que hace es alterar y abrir los ciclos naturales, quitándole a una tierra algo y dándoselo a otra en forma de residuo (de modo que ni si quiera se puede aprovechar). Hay que acabar con esto rápido.
(5) El uso de sustancias muy tóxicas. Buff, esto si que es largo. En corto, estoy hablando de pesticidas, insecticidas y fertilizantes sintéticos. Si queréis leeros un libro escalofriantemente bueno sobre los efectos de estos compuestos químicos, os recomiendo un clásico, “Silent Spring” de Rachel Carson, 1962. En resumidas cuentas, todos estos compuestos son herramientas creadas por nosotros para mantener unos valores de productividad agrónoma elevados. El problema es que los efectos negativos que estos tienen para el medio y nuestra salud son descomunales, pese a lo cual se siguen usando en ciertos lugares del mundo (predominantemente en países pobres, como siempre).
Bueno, creo que con esta base teórica que os he metido estais preparados para seguir mis razonamientos sobre veganismos y vegetarianismos…
Yo no como carne, ni pescao. Y por lo general, ningún lácteo ni derivado animal. Pero soy un amante de todo ello. Vamos, que me muero por un filetaco gigante con patatas fritas, y si hace un año me dices que mi yo futuro ya no come pollo teriyaki, me río en tu cara. Pero lo cierto es que, a día de hoy, no lo hago. Y mis motivos tienen mucho pensar detrás.
Los términos vegetariano y vegano son muy absolutistas, y no me gustan, porque denotan ese tipo de pensamiento binario que me tiene tan en desacuerdo. Me explico; si eres vegetariano, no comes carne ni pescado, pero le das bien al queso, la miel, la leche, etc. No importa qué pescao, ni qué carne, porque en el concepto de vegetariano eso no se tiene en cuenta. Tampoco importa de donde proceda, ni cómo se haya producido. Encima, si un día tomas un cacho de filete, ya la has liao y eres un falso. Si eres vegano, no comes ni consumes nada que proceda de animales. Y aquí lo mismo; el criterio es absolutista, dan igual las condiciones. Pues mi argumento medioambiental se basa en que ese criterio es una gran y enorme chusta insustancial. Es como seguir una moda. Pues no! Las cosas hay que cuestionarlas en profundidad! Y volvemos a lo mismo: ponerle etiquetas a todo hace que generalicemos, que olvidemos los detalles y que dejemos de hacer esfuerzos por comprender qué otras opciones hay más allá de las etiquetadas. Quiero que veamos los distintos argumentos para tener una dieta u otra, pero lo vamos a hacer desde el prisma holistico desde el cual lo hago yo, ecologista/medioambiental/nutricional:
A) El sufrimiento animal. El sufrimiento, en general, es una mierda. Pero innegablemente forma parte de la vida. Yo no dejo de comer carne o pescado puramente por el sufrimiento animal, pero dejadme que matice antes de sacarme los ojos. Hay sufrimiento a todos los niveles de la cadena trófica, y nosotros como depredadores no somos una excepción. Ahora, con el sufrimiento animal tal y como se produce en nuestro sistema si que NO estoy de acuerdo. El levantar a una vaca en una centrífuga, cortarle el cuello y darle vueltas 30 segundos hasta que se quede tiesa, me parece una barbaridad. Cuando un león mata a una gacela, hay por lo menos una cierta intimidad en el acto, y una oportunidad de que la gacela escape, o que el grupo la defienda. Lo que hacemos nosotros no tiene nombre, es un desprecio absoluto de la vida. Ved “Food Inc.”, y hablamos. Pero aviso, no es para niños. Ahora, pese a que diga que el sufrimiento me parece parte natural de la vida, creo que como seres pensantes y empáticos, tenemos la increíble capacidad de eliminar ese sufrimiento, o de minimizarlo drásticamente, y deberíamos.
B) Salud. Como he mencionado antes, somos omnívoros por necesidad biológica. Esto es muy sencillo: nosotros necesitamos ciertos nutrientes que SOLO podemos obtener a través de la ingesta de animales o derivados. Un ejemplo claro son las vitaminas B6 y B12. Un vegano estricto sin aporte de estas vitaminas se acaba quedando sin pelo y sin dientes, entre otras cosas. Eso no es plan. En lo que respecta al medioambiente, tenemos un lugar concreto en la biosfera, y ese lugar esta caracterizado por el consumo tanto de plantas como animales. Si dejamos de hacerlo, el delicado equilibrio se pierde. Y eso, para el medio, no es bueno. Como veis, hasta aquí mi posición es a favor del consumo de carne y pescado. Esto no es como en el fútbol.
C) Consumo de recursos. Este es mi principal criterio para elegir qué como. ¿Os acordáis de cuando os decía que hay que estudiar la historia detrás de las cosas para entender mejor el mundo? Pues en esto me baso yo aquí. La ganadería intensiva, que es como se produce la mayor parte de la carne que comemos, requiere cantidades ingentes de materias primas (agua, pienso y energía). Además, como vivimos en un mundo globalizado, estas se suelen importar de otros lugares. Mucho del pienso que se usa (soja), proviene de grandes monocultivos en Sudamérica. Un 90% de la tala del bosque amazónico viene movida por la necesidad de alimentar a tanto ganado. Esa tala implica pérdida de biodiversidad, desplazamiento de poblaciones locales, consumo de combustibles para alimentar la maquinaria, consumo de combustibles para el transporte, degradación del suelo, etc. Como veis, las ramificaciones son muchas, y el consumo elevado de carne no es sostenible. El planeta no puede soportarlo. Me meteré en detalle con este punto en otro post.
Entonces, ¿una dieta omnívora es peor para el medio que una vegetariana/vegana? Pues no tiene porqué, y por eso hay que ver más allá de los argumentos superficiales. Me he llegado a encontrar artículos sensacionalistas con el titular: “Los vegetarianos matan a más animales que los carnívoros“. Y encima era de un señor bastante serio. Pero vamos a ver, que no se puede generalizar así! Es como decir que todos los chinos juegan con tamagochis. Pues no todos, habrá que mirar más a fondo. Profundicemos…
Voy a poner dos casos. Caso 1: Juancho y Paca. Juancho lleva una dieta omnívora: tres días a la semana toma carne, y el resto mucha fruta y verdura. Todo de su huerto allá en México. Su carne es predominantemente pollo, ya que tiene 12 pollos corriendo libremente por el huerto, los cuales además de comerse algún que otro tomate, mantienen las plagas a raya, y fertilizan de forma excelente el suelo con sus cacas (el guano es muy buen fertilizante). Paca es vegana, porque le gusta mucho la idea de proteger el medio y está convencida de que esa es la opción más adecuada. Por tanto solo come frutas y verduras, pero le encanta lo exótico, y el 90% de lo que compra viene de Europa y de Asia, envuelto y re-envuelto en plástico. Además, Paca no tiene muchos cuzcoros, y no compra orgánico, sino lo mas de lo mas barato, que procede de monocultivos industriales en los cuales se emplea maquinaria, pesticidas, herbicidas y fertilizantes sintéticos. Caso 2: Chemi y Josema. Chemi es un viciao de la carne, y le encanta salir al Kaprika de Avenida de Europa y al McDonalds. Come carne por lo menos una vez al día, y siempre que puede pide carne de Kanguro, o compra solomillo de Irlanda en el Mercadona, que es super barato, tiene mercadonina y está muy rico. Josemi, por otro lado, es vegetariano, y lleva una dieta basada en frutas, verduras y legumbres, mas algún lácteo de vez en cuando. Siempre compra en el mercado local, donde todos los productos provienen de la Comunidad de Madrid, y trata por todos los medios de que aquello que compra provenga de la agricultura ecológica. Al comprar en mercado, nada viene envuelto, y siempre utiliza sus propias bolsas de tela para cargar con los alimentos. Además, los restos vegetales que le quedan al final de cada semana se los vende a una empresa que se encarga de hacer abono orgánico, el cual luego suministra a los agricultores locales para cerrar el cíclo (esta empresa no existe, me la he inventado yo).
Muy bien, de los cuatro casos, ¿acaso es siempre el que no come carne ni pescado el más respetuoso con el medio? ¿Y lo contrario? No, ¿verdad???!
En el primer caso, Paca solo come vegetales, pero el consumo y la contaminacion que genera la agricultura industrial y el transporte de sus alimentos no los está teniendo en cuenta. Es cierto que una vaca requiere mas recursos para crecer que un campo de calabacines, porque la vaca necesita los recursos necesarios para crecer el pienso, mas los necesarios para que crezca ella, y los calabacines solo los recursos para que crezcan estos, ya que luego van directos a consumo humano (nos saltamos un eslabón, el animal intermediario). Pero dependiendo de las condiciones de producción, el impacto medioambiental puede variar muchísimo. Tanto, que la dieta de Paca es muchísimo peor que la de Juancho. En el caso 2 ocurre lo contrario: la dieta de Chemi es muchísimo peor que la de Josema porque no solo implica muchísima carne, sino que esta viene de ganadería intensiva (a ver si no porqué el Mercadona la vende tan barata), e importada.
Como vemos, hay muchos matices, y decir que los vegetarianos y veganos respetan mas el medio que los carne-lovers es, en resumidas cuentas, una muestra de un razonamiento superficial e incompleto. Muy común, pero incompleto.
Yo comería carne. No comería pescado porque no es autóctono de Madrid, y porque el mar esta muy mal y hay que darle espacio para que se recupere. Pero comería carne si se produjese bajo unas condiciones muy específicas. No lo hago porque aún no he encontrado un lugar que cumpla mis requisitos. Estos son los siguientes:
1. Producción local y autóctona. Que lo que me coma sea de un animal autóctono de la zona en la que estoy, y que haya crecido en la localidad.
2. Producción ecológica. Que el animal no haya sido tratado con antibióticos ni haya crecido con una dieta rica en químicos sintéticos.
3. Cría en libertad, y formando parte activa de un ecosistema floreciente. Este es uno de los criterios más importantes. Como decía al principio, todos tenemos un hueco en la cadena, y mantenernos en él puede contribuir positivamente a que el ecosistema en el que nos encontremos florezca. Todavía estoy a la espera de encontrar un lugar de producción de alimentos que, mas que una granja, funcione como una reserva natural, de la cual nosotros podamos retirar, de forma controlada y sin sufrimiento, un cupo calculado de animales y plantas para consumo humano. Y en agradecimiento, devolverle nuestra mierda (suena a coña, pero es que es así). Al hacerlo de este modo, aseguraríamos la prosperidad de ese ecosistema, de esa reserva natural. Ese es el objetivo; que a medida que crezca nuestra población, vayan creciendo las demás para que todos en conjunto podamos seguir prosperando. Hakuna matata. Eso se llama sostenibilidad.
Bueno, pues eso. Al final en este post no he metido mucho dato técnico, pero creo que he dado una idea bastante general de ciertos puntos importantes. A raiz de ellos, desarrollaré otros más en detalle. Y si teneis interés por algún tema en concreto dentro de la comida+sostenibilidad, comentadmelo y veo qué puedo hacer.
Todos tenemos un lazo muy íntimo con la comida, y aunque ya no veamos cómo se produce lo que comemos, modificar nuestros habitos alimenticios es una de las cosas que más impacto puede tener sobre el mundo que nos rodea. De modo que espero haberos influenciado positivamente de algún modo, haberos enseñado cosas nuevas, haber despertado vuestro interes en este tema, y con suerte, haberos hecho reir :). Abrazos desde Etampes (a 40 kilómetros de Madrid!)
Nota final: cuando alguien se pide carne, no se la acaba y se va a tirar… Me la como! Y no soy ni falso ni nada. Lo que no puede ser es que se tire comida. :p
Documentales (ver siempre con mirada crítica):
Food Inc. Sobre maltrato animal.
Cowspiracy. Sobre la industria de la carne.
Forks over Knives. Sobre vegetarianismos.
Fed Up. Sobre obesidad y dieta.
The sugar film. Sobre el azucar. Muy gracioso e informativo. Para los adictos a la CocaCola!
Libros:
Silent Spring. Sobre el impacto medioambiental del DDT y otros pesticidas/herbicidas.
The Omnivore’s Dilemma, In defense of Food, Cocinar: Una historia natural de la transformación, The botany of desire. De Michael Pollan. El tío escribe genial, es muy listo y sus charlas dan gusto. No os lo perdáis.
Eat like you give a fuck. Sobre cocinar. Porque dejarse de mierdas en latas y comida rápida, y empezar a cocinar de ingredientes de la huerta, es de lo mejor que podéis hacer, por vosotros y por el medio.
Charlas:
Future of Food: Eat like it matters. De Satish Kumar. Este tío me encanta. No se pueden decir las cosas de forma mas sencilla. Vedlo!
¿Os he contado la vez que me dejé mi portatil con un disco duro extraible sobre el capó del coche, y me fuí a casa con ello ahí encima (hasta que salió volando en una rotonda)? También lo hice con una bandeja de pollo, que se desparramó sobre un paso de peatones al parar en el semáforo, y con mi tarta de cumpleaños de este año, una tarta gigante de queso y frambuesa que le costó a mis amigos 20 euros, y que acabó explotada en el suelo tras ovidármela… ¿Adivináis dónde?… Sobre el capó del coche. Me olvido cosas en sitios. Es como una enfermedad mental muy jodida. En tan solo 21 dias de viaje que llevo, he perdido mi sudadera/almohada, mis vaqueros y unicos pantalones de no-mendigo, unos calzoncillos, un par de calcetines, mi cantimplora, mi cubierta de la tienda y todos los clavos, y esta mañana… mi esterilla hinchable. Todo, por gilipuertas. Me daría una auto-patada en las pelotas (que es difícil, pero posible), pero creo que solo agravaría las cosas. Para colmo de todo, he elegido para la noche de hoy el que debe ser el suelo mas deforme que hay en todo Francia; una especie de comedero de vacas con tierra seca debajo de la paja y agujeros del tamaño de mi puño cada 50 centímetros. Me voy a levantar como un vomitao, y lo voy a flipar mañana. Solo por la gracia, cuando me levante voy a poner una nota al final de este post diciendo como he dormido. Señor dame fuerzas.
Si en la foto de arriba veis a una rubia haciendo la cena, es bueno, porque significa que no se me esta yendo la olla del todo ni me estoy empezando a crear amigos imaginarios. Os hablaré de ella y de estos días en el siguiente post. En el de esta noche quiero centrarme en otro tema. Un tema que me parece sumamente importante.
Cuando voy en bici, pienso un huevo; dejo que mis pensamientos fluyan como el ketchup en el McDonalds, y aquello que fluye y refluye es de lo que suelo hablar por aquí. Así de sencillo. El concepto de motivación me ronda mucho la cabeza, sobre todo desde que entendí realmente lo que significa e implica (lo estudié a fondo en el master de Creatividad e Innovación). A demás, a raíz de él se pueden hacer mogollón de disertaciones bucólicas interesantes, pero primero os voy a meter teoría, que si no no os enteráis de nada. Luego bucolizamos.
La motivación no es “estoy motivao” o “estoy desmotivao”. La motivación, a nivel psicológico, es mucho más compleja, y para entenderla tenemos que dividirla en dos, como los palillos chinos. Existe la motivación intrínseca y la extrínseca. La motivación intrínseca es aquella que viene ‘de dentro’ y la extrinseca viene ‘de fuera’. Esto, a fuego se os tiene que quedar. ¿Y qué quiere decir? Pues muy sencillo, os lo voy a explicar con un ejemplo…
Imaginad un laberinto gigante, ¿vale? Ese laberinto tiene una entrada y una salida. A la entrada tenemos a Clitus y a Piedrel, y a la salida tenemos un bote de alubias con chorizo. Clitus está intrínsecamente motivado para hacer el laberinto, y Piedrel lo esta extrínsecamente. Esto, lo que implica, es que Clitus va a explorar el laberinto porque es lo que le mola (siente motivacion por la actividad en sí), y no va a centrarse únicamente en encontrar la forma más rápida de llegar a las alubias, sino que se va a tomar su tiempo, va a recorrerlo entero, encontrar los conguitos ocultos en uno de los pasadizos, y al final llegar al bote. A Piedrel, por otro lado, le importa un carajo el laberinto; él lo que quiere son las alubias (siente motivación por la recompensa). Es más, si le dices que al final no hay alubias, ni se mete en el laberinto. Pero si le dices que hay dos botes de alubias y no uno, se emociona todavía más y hace el laberinto lo más rápido posible. Con tres botes de alubias, lo cruza en linea recta reventando las paredes, aunque eso suponga saltarse las reglas del juego. Al final, tanto Clitus como Piedrel encuentran la salida del laberinto, pero tanto lo que han descubierto uno y otro por el camino, como lo que han disfrutado y tardado en encontrar la salida es muy distinto.
Todos, en algun momento de nuestras vidas y frente a distintas situaciones, hemos sido Clitus o Piedrel. A veces, hemos sido un poco de ambos. Es importante entender que TODOS tenemos algo en esta vida hacia lo que sentimos una motivación intrínseca; todos tenemos un laberinto en el cuál no nos importaría perdernos durante días, independientemente de lo que haya a la salida, si es que hay algo. Pero no todos hemos encontrado ese laberinto; bien porque no hemos vivido suficientes experiencias diversas para descubrirlo en nosotros, o bien porque la vida no nos ha dado la oportunidad de hacerlo. A ver, para que nos aclaremos por si estoy dando una explicación de lo mas disléxica: cuando hablo de motivación intrínseca hablo de pasiones, y cuando hablo de extrínsecas hablo de recompensas y castigos (dinero, fama, un sopapo, etc.). Aquí podría meterme a hablar extensamente sobre la relación entre la creatividad y la motivación, pero solo voy a dar una pincelada por si a alguien le interesa.
Hay una relación directamente proporcional entre motivación intrínseca y creatividad, pero no entre extrínseca y creatividad, lo que implica que por más dinero que le ofrezcas a un trabajador al que no le motiva de forma intrínseca el trabajo, no va a devolver resultados más creativos. Esto es muy importante porque quiere decir que si eres jefe y quieres que tus empleados devuelvan resultados creativos, lo que tienes que hacer es encontrar a personas tan intrinsecamente motivadas por la tarea que casi lo harían de gratis. Si te empeñas en motivar a desmotivados (intrinsecos), no va a funcionar. Van a querer cruzar el laberinto en linea recta, y la creatividad consiste en tomar las divergentes. Aquí podría citar una infinidad de artículos sobre este tema. Si a alguien le interesa mucho (y os debería interesar porque la creatividad es importantísima para todo, y en todos los trabajos), que me lo diga o busque las publicaciones de Theresa Amabile.
Pues bien, aquí es donde me froto las manos y sonrío vilmente en mi mierda de tienda de campaña con agujeros y arañas, porque voy a empezar a divagar. Ahí va. El mundo se mueve, en gran medida, por motivaciones extrínsecas. Esto seguro que no es algo nuevo para vuestros oídos, pero como la situación en nuestra sociedad no mejora, me veo obligado a hablar sobre ello. Si os fijais, lo mas jodido que hace la especie humana, que a su vez es lo mas notable, viene movido por el dinero y/o el poder. Ambas cosas son motivaciones extrínsecas. Y ¿porqué? ¿Porqué nos movemos por motivaciones extrínsecas, cuando las intrínsecas nos satisfacen a un nivel mucho mas real y profundo? Pues por miedo e inseguridad. Por tanto, se podría decir que, en cierto modo, todo lo jodido del mundo esta movido por el miedo. A ver, vamos a empezar por el principio…
Los dinosaurios!! No. Los niños. De niño es muy facil saber lo que te motiva de forma intrínseca. A mi me motivaban intrínsecamente los bichos, las ballenas y los delfines. Podía tirarme horas observandolos y aprendiendo sobre ellos, y no necesitaba que nadie estuviese detrás mío poniendome premios si lo hacía, o castigos si dejaba de hacerlo. Probablemente sabía más de estos temas que ningún otro niño. Puro friki. En cambio, aprenderme los ríos de España me producía cancer cerebral con metastasis. Ahí, o la motivación extrínseca era muy grande, o no había manera. A medida que nos hacemos adultos en nuestro sistema educativo (y en nuestra sociedad), vamos perdiendo la noción de lo que nos motiva intrínsecamente porque en el colegio nos oprimen con aquello que no lo hace. Y se comienzan a valorar más las motivaciones extrínsecas (las notas) que las intrínsecas (que te guste pintar, hacer algun deporte en concreto, leer novelas de ciencia ficción o hacer los mejores aviones de papel del mundo mundial). Cada una de esas cosas que se nos menospreciaban, o que simplemente comenzaban a diluirse entre lo demás, era uno de esos laberintos en los que nos podríamos perder hasta el infinito, algo en lo que destacaríamos por ser los mejores (pese a que nos diese igual no serlo, porque no es lo importante), por hacerlo con pasión, y por sentirnos orgullosos de nosotros mismos. Que desconectemos de nuestros laberintos internos es una autentica pena. Y cuando se llega al bachillerato, se jode todo a mas no poder.
La selectividad (o la fiesta de ese verano antes de la uni) es la mayor de las motivaciones extrínsecas que uno puede tener. Todo es relativo a la edad, si, pero no deja de ser cierto. Cuando uno llega a 2o de Bachillerato, se encuentra tan alejado de los posibles laberintos que encontró en la infancia, y tan metido en la vorágine de sacar buena media (motivación extrínseca) para luego poder hacer la carrera que, sin haber tenido medio minuto de refexión, quiere hacer durante los próximos 4-6 años, que toda decisión que haga va a estar basada en motivaciones extrínsecas. Aquí es cuando comienzan a ponerse serias las cosas.
Este año pasado tuve la oportunidad de hablar con unos cuantos alumnos de 2 Bachillerato del Colegio Estudio justo antes de selectividad, y la situación me resultó bastante preocupante. Lo primero que hice fue preguntarles que qué carrera pretendían estudiar. Lo segundo fue que porqué. Solo uno de ellos me dio una respuesta, a mi parecer, aceptable. El resto estaban claramente motivados para hacer una carrera u otra por las salidas laborales que ofrece dicha carrera, o porque es lo que hace la gente cuando no sabe qué hacer (vease ADE y Derecho), o porque se la han recomendado. Con perdón, pero pura shit. Uno no debe elegir a lo que va a dedicar una vida entera basado en el dinero que vayas a ganar luego, o en que tengas el trabajo más o menos asegurado. Que le jodan a esa linea de pensamiento. No hay forma más rapida y sencilla de garantizarte una vida laboral (y existencial) vacía. De convertirte en un ser que solo recorre el laberinto por la recompensa, y que le da igual lo que tenga que hacer para llegar a la salida (la corrupcion es un claro ejemplo de esto). Luego vienen las crisis existenciales y la falta de motivación. Pero espera que me adelanto.
Yo lo que hago es algo que le debe joder mucho a los padres de estos chavales; les recomiendo que no decidan (si realmente no están preparados para ello), y que se tomen un año sabático. Yo se que a los de antiguas generaciones (a algunos) os parece una calumnia máxima el dejar pasar tooooodo un año, en el que podrías estar formándote, para irte por ahí porque necesitas tener ‘experiencias’, pero vosotros habeis vivido en un mundo en el que si no estudiabas te morías de hambre. Ahora vivimos en un mundo en el que puedes tener 3 doctorados y acabar trabajando en el McDonalds, si tienes suerte. Luego entras en depresión y te suicidas. Y no exagero, muchos sabéis que no lo hago. En general, nos hemos olvidado del tiempo de reflexión, un tiempo en el cual, aunque suene a cliché, nos damos un respiro y podemos vover a entrar en sintonía con nosotros mismos, redescubrir pasiones olvidadas e ir a por ellas. Porque la enorme frutada de no darnos ese tiempo a nosotros mismos y entrar en la rueda (la uni, el master, el trabajo), es que para cuando nos queremos dar cuenta hemos perdido la oportunidad y ya es demasiado tarde. En verdad, no creo que jamás pueda ser demasiado tarde, pero cuanto más tiempo se deja pasar, más valor hace falta para cambiar el rumbo de nuestra vida, más hay en juego, y más se puede ir todo a tomar por culo. Pero, a ver qué creeis que hago yo aquí en medio de la nada francesa sufriendo como un cerdo y pasando tanto tiempo conmigo mismo. Pues reflexionar jostras, que acabo de terminar un master, me ha entrado mucho en la cabeza y de todo ello tengo que ver bien qué me ha hecho tilín y qué no. Hice lo mismo después de estudiar 5 años de Biotec. Cuando todos corrian a meterse a un master o encontrar trabajo como poseidos del demonio, yo me fui a Ghana a comer mangos (entre otras cosas claro). Y tras la experiencia, vi que casi nada de la carrera me había hecho tilín. Un añito de reflexión, alguna que otra experiencia distinta y menos dejarme influenciar por presiones sociales externas, e igual no hubiese estudiado biotec para empezar. Pero como digo, una vez que te metes en algo…
En el mundo laboral ocurre algo parecido, pero la repercusión de nuestras decisiones no nos afecta solo a nosotros, sino a mucha mas gente, y al planeta en el que vivimos. Imaginemos a Pedro. Pedro es un chaval regordete y muy majo, con cara de buen tío. A Pedro es que dan ganas de darle un abrazo siempre porque parece un panda. Que majo es. Bueno, pues Pedro está en la cuspide de su juventud. Veintidós años y una carrera en Empresariales, a la cual se metió por no saber qué hacer con su vida (Nota: Aunque pinte carreras de empresa con esta luz, no quiere despreciarlas de ningún modo, y creo que hay gente que puede estar intrínsecamente motivada para cursarlas, pero por desgracia hay mucho alumno cursandolas por los motivos menos acertados). A Pedro le mola el pan. De toda la vida, de ahí que esté tan feliz siempre. Además de comerlo de maravilla, Pedro hace pan en el horno de su casa. Y lo hace que te licuas de rico, es como un mago del hidrato de carbono. La realidad es que Pedro querría ser panadero, pero en su familia le dicen que se deje de gilipolleces que de eso no se vive, que haga pan como hobbie, y que se meta a trabajar en la empresa familiar (una fábrica de zapatos), que para eso ha estudiado. Ahora, el espacio/tiempo de esta historia se divide en dos.
En el futuro 1, Pedro se ha metido en la empresa, y realiza un trabajo para el cual no siente motivación intrínseca. Cada mañana se levanta para ir a trabajar y lo único que le saca de la cama es pensar que necesita el dinero que le da la empresa para pagar sus gastos, el cole de los niños, y el nuevo horno de pan que tiene en mente. Por tanto, el va a tomar el camino mas fácil en su día a día para garantizarse el salario. Durante su jornada, se le presenta una situación complicada; su proveedor de suelas de zapato les ha subido el precio, porque ahora las fabrica de material reciclado y llevan un nuevo diseño que es más comodo para el que lo calza. Si a Pedro le motivase intrínsecamente el trabajo, su pasión sería ofrecer el mejor servicio a su cliente, ante lo cual estaría dispuesto a perder algo de beneficio (motivación extrínseca) si eso supone que sus clientes van a ser más felices al usar su producto. Pero a Pedro le motiva la recompensa de su trabajo, y esa recompensa es el dinero, de modo que decide buscar a un proveedor que le ofrezca suelas todavía más baratas. A demás, busca que las suelas sean idénticas a las anteriores, y así puede hacer el chanchullo de venderlas a un precio mayor y aumentar lo que se lleva para su bolsillo. Malo para el medio, malo para el cliente, bueno para aumentar la motivacion extrinseca, pero la intrínseca no existe. Pedro no es feliz.
En el futuro 2, Pedro le ha echado un par de pelotas y se ha hecho panadero. Hasta conseguirlo han pasado tres años, durante los cuales ha trabajado esporádicamente y ha intentado montar su propio negocio, pero la industria del pan es muy competitiva y se ha visto en la calle muchas veces. Cada vez que esto ocurría recibía críticas de su familia, pero nada podía detenerle. Como estaba intrínsecamente motivado para hacer pan, pensaba en el pan incluso en la ducha, y de tanto pensar se le ocurrió un nuevo modelo de negocio para vender pan a domicilio, reciente y calentito en la puerta de tu casa. Entre lo rico que estaba su pan, y lo bueno que era su negocio, no tardó nada en montar una empresa estable (y para eso le sirvieron sus estudios 😉 ). Pedro vive feliz, porque a parte de hacer cada dia lo que más le gusta, tiene suficiente dinero para vivir a gusto como un arbusto.
Un dia, a Pedro se le viene encima un problemón: una de sus clientas ha encontrado una cucaracha en la barra de pan. Pedro sabe que debe detener la produccion, informar a los clientes de lo que ha ocurrido, revisar las instalaciones y luego reanudar el servicio, porque donde hay una cucaracha hay 1000. Pero también sabe que eso le va a suponer una perdida considerable de ingresos, y que podría ignorar a la mujer, arriesgarse a perder una clienta pero mantener la producción funcionando. Pedro elige detener la producción, porque lo que le importa más es ofrecer buen pan, y que sus clientes no se lleven mas sustos, no el dinero.
Bueno, voy a ir concretando y acabando ya. Me gustaría que cada uno de los que estais leyendo esto, que a estas alturas de la narración igual no sois ninguno, penséis en cuál de los dos Pedros sois. La forma más facil de saberlo es respondiendo a la siguiente pregunta: ¿Seguirías haciendo tu trabajo aunque no te pagasen nada a final de mes? Si la respuesta es sí, estas intrinsecamente motivado/a. Y mucho, porque en la vida de algo hay que vivir, que no soy idiota. Si la respuesta es no, estas extrínsecamente motivado/a. Lo mismo se aplica a los estudios, salvo que la recompensa no es el dinero sino tu expediente académico o currículum. Yo en este aspecto soy un poco pesimista, y creo que el mundo está lleno de gente a la cual, por desgracia, las personas o las situaciones no les han dado el corage o la oportunidad de ir detrás de sus laberintos personales. Pero también creo que es posible cambiar, y que en un mundo en el cual todos hiciesemos aquello por lo que nos sentimos verdaderamente intrínsecamente motivados, tomariamos decisiones que nos benefician a todos, y no solo a nosotros.
En fin, bucolismos míos jeje 🙂 Son las 00:05. Casi 4 horas en escribir esto. Para que veáis lo lento que escribo.
A descansar!
Estoy en uno de esos momentos en los que tengo que esribir. Lo noto en mi occipucio, que es el bulto que tenéis en la parte de atrás del craneo. El mio es muy pronunciado. Tanto, que me podría colgar de un perchero. Pero ese es otro tema.
Hoy he salido de Nantes. Se que no os he contado ni cómo he llegado hasta ahí, pero todo a su debido tiempo. Siento que tengo que informar de que estoy escuchando a Yann Tiersen mientras se pone el sol entre los árboles, sentado en una mesa de madera frente a un pequeño lago escondido entre mas y mas árboles, y me encuentro en un estado entre nube y amapola celestial, de modo que igual se percibe en mis palabras.
Hoy mi humor ha estado bastante tripolar. Por la mañana estaba en la gloria; luego de muy mala hostia porque he tardado cuatro horas en avanzar 10 kilómetros, y luego algo triste porque, bueno pues porque a veces estoy triste sin motivo aparente. Ahora tengo mi cacerola con espaguettis hirviendo delante mío, asi que muy triste no estoy jeje. Es importante elegir el momento en el que escribo mis entradas, porque si lo elijo mal puedo decir todas las palabrotas que no he dicho en 26 años, o llevaros a la depresión mas profunda. Este momento es bueno.
Quiero empezar por la noche en la que me convertí en un gran pelotudo. Fue la noche de hace unas cuantas noches, entre 3 y 4 pero me da pereza ser especifico. Esa día estaba en La Rochelle, una ciudad costera muy delux, la cual supe que me daría bien por el orto desde el primer momento. Primero, llevaba una semana sin ducharme casi (o sin el casi), e iba buscando desesperadamente una ducha de playa, de esas que eran tan abundantes en el sur de Francia pero que han ido desapareciendo a medida que me movía hacia el norte. Segundo, se me estaba haciendo tarde y no veía arbustos por ningún lado. Y tercero, tenía hambre. Tras un fracasado intento de encontrar ducha/cobijo/enjundia alimentaria, me decidí por ir al centro de información, donde me atendió una chica muy guapa que hablaba castellano. Esta desgraciada me recomendó dormir en la playa. No cualquier playa, una playa a las afueras de la ciudad en la que no había nadie. En mi mente, esta chica no la categorizé de desgraciada hasta la mañana siguiente. Os cuento porqué. Justo al atardecer, me presento en la playa. Y lo gozo.
Me siento un afortunado de la vida porque, aunque no haya duchas, la playa es enterita para mi, se ve la puesta de sol, y es todo muy bucolicamente hermoso. Ceno viendo la puesta, y preparo mi tienda. La puse justo lo mas arriba que podía (miento, a 10 metros había un alto en el cual si la hubiese puesto no hubiesen ocurrido desgracias, pero soy pelotudo), asegurandome que la linea de algas quedaba delante mío y que la marea no subiría tanto. Me dormí sintiendome como un dios. Me desperté sintiendome como una pura escoria humana.
A las dos de la madrugada de esa noche me dio el insomnio, y me puse a escribir. Escribí el de qué haría si fuese dictador del Mundo, lo cual me llevó hasta las cuatro, y sin terminarlo decidí volver a dormir. No sin antes mirar fuera de mi tienda y comprobar que la marea seguía lejos. Efectivamente, habia bajado muchisimo. Tanto que pensé: “Jostras, como suba lo mismo que baja estoy jodrido”. Incluso me dije a mi mismo que lo mas inteligente sería subir la tienda al cesped que había mas arriba, y quitarla muy pronto para que no me viesen los coches. Pero soy optimista. Imbécil, y excesivamente optimista. En la bici iba pensando hoy que debería escribir una entrada sobre las desgracias que le pasan a la gente que es muy optimista, porque estas son muchas y muy interesantes. El caso es que yo me dije a mi mismo: “bah, seguro que la marea estaba lo mas alto cuando puse la tienda, y no va a subir mas que eso”.
Seis de la mañana. Estaba soñando algo entretenido, de eso que si te despiertas quieres volver a cerrar los ojos para seguir con la historia, pero nunca funciona. Y en un milisegundo noto dos cosas aterradoras: agua y movimiento. El agua es casi lo de menos, pero notar que todo se mueve a tu alrededor nada mas levantarte, y no saber ni hacia donde ni porqué es una sensación muy jodida. El caso es que mi tienda estaba siendo arrastrada por una ola que había subido hasta donde yo creia que era mi paraiso inalcanzable. Como os podéis imaginar, una tienda no está muy bien sujeta en la arena de playa, y a la que abro los ojos veo como la tienda esta rotando sobre sí misma y bajando hacia el mar. Empecé a gritar “no no no no no!!” en el momento en el que me di cuenta de lo que estaba pasando y lo primero que hice fue tratar de buscar la cremallera para salir. Pura ansiedad mental. Estuve al borde de rajar la tienda con tal de salir de ahi, porque sin mis gafas era como un feto siendo parido y no veía nada, y menos la cremallera, pero justo La encontré y me arrastré fuera antes de la siguiente ola. El estres y acojone que me produjo esta situación supera con creces los de ser aplastado por una apisonadora de arena o una cosechadora. Cuando me quise dar cuenta, el mar se había llevado la cubierta de mi tienda y mis cosas de cocina. El mar me devolvió todo menos la cubierta. Supongo que para que aprenda de una vez. Ah, y cuando encontré el quemador de alcohol, grité como un absoluto psicópata. Me hizo gracia hasta a mi.
Mi iPad parecía haber muerto, porque no cargaba bien, y sigue sin hacerlo. Pero hay momentos en los que me da una alegría y se carga, como ahora, que lo tengo enchufado a la batería que cargo con el panel solar (el panel es una maravilla por cierto), y por eso estoy escribiendo esto. El día siguiente lo perdí en ir al Decathlon a por mas clavos de esos para la tienda, y en reordenar mi cabeza. Dormí en un camping por primera vez porque no podía con mi alma. Esa noche diseñé otra cubierta para mi tienda, con bolsas de basura y cinta americana jaja. Salió igual que todos mis intentos de imitar algo del programa Art Attack; una enorme chapuza. Pero de momento funciona. A ver cuando llueva…
¿Alguna vez habeis probado alubias pintas con espaguetti? Esta riquisimo! O igual es que yo tengo mucha hambre, no lo se.
El día siguiente hice bici con calma, y llegué hasta un pueblo llamado Challans. En realidad no vi el pueblo en sí, sino que me dediqué a mirar en los basureros de los supermercados. Suena raro, lo se. Siempre había sido el que mira a los que miran en los cubos de basura. Es curioso el cambio de perspectivas. No es que necesite comer de la basura, sino que me parece una verguenza lo que se tira…
En realidad no es una verguenza, porque los dependientes hacen lo que se les dice. Lo que es, es un sistema muy jodido. Ya hablaré de ello en el post sobre alimentación. Ese día dormí en un parque, super a gusto. No os imagináis lo que valoro a día de hoy tener un lugar para dormir en el cual nadie me moleste, nada me llueva encima, no me aplaste un camión, ni me lleve la casa el viento, ni me arrastre una ola. Infravaloramos una habiación y una cama (con almohada!). Pero es normal que infravaloremos ciertas cosas. Si no, estariamos todo el dia alucinando pepinos con todo como si nos hubiesemos comido un kilo de setas psicodelicas.
La mañana siguiente fue el dia de ayer (22 de agosto), que me tocó hacer una ruta bastante larga, hasta Nantes. Mi objetivo era llegar pronto y ver la ciudad con algo de calma. Me hice 50 kilometros muy embolao, y a tan solo 10 de Nantes me perdí, para variar. Resulta que acabé en una gasolinera en medio de la autopista, y de la cual no podía salir (de forma legal). Esto fue cuando un tío alto con gafas se me acerca y en inglés afrancesao me pregunta que que shits estoy haciendo. Jaja. Me dijo que lo tenía complicado para salir de ahí, pero que él me podía llevar en su coche si conseguíamos montar la bici en su capó. Y eso hicimos. Que majo. Y para rematar mi buena suerte, el tío era dueño de una tienda de bicis en París (uno de mis próximos destinos) y me podía ayudar a ponerla a punto (porque ya se me ha roto un radio, entre otras cosas). Fuimos hasta la casa de su suegra, donde estaba su novia. No creo que sea la suegra si no se han casado, pero ya me entendéis. La novia de Charles se llama Linda, y al llegar y para mi sorpresa (y alivio), me invitaron a pasar la noche en su casa. Dejamos todo y nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad, la cual me pareció una de las mas bonitas que he visto hasta ahora, y en la cual viviría bastante a gusto yo creo. Esta hecha para las bicis y los peatones, de modo que casi no hay coches, y hay un montón de parques y canales. Tres belle! Charles sueña con ser negro, porque le gusta el baloncesto y dice que los negros molan mas y son mas fuertes. Pero no es negro. Así es la vida.
Luego fuimos a cenar con la madre, y me invitaron a una cena en un barco en el canal (el barco de la primera foto). Gente de calidad. No de calidad monetaria, sino humana. Se portaron increiblemente bien con un completo desconocido. Ahora me apetece hacer lo mismo a mí.
Dormí como un rey en un sofá-cama gigante. A mitad de la noche me despertó el ruido de un camión y pensé: “ya está, aquí la palmo”, y luego caí en la cuenta de que no estaba tirado detrás de un seto sino en un primer piso muy bonito y seguro. Pura vida. A la mañana desayunamos todos juntos, me despedí muy agradecido y me fuí en busca de una tienda de segunda mano para encontrar el teclado desde el cual estoy escribiendo esto. 😀 No creí que tendría la suerte de encontrar un teclado tan bueno y barato como este, y menos que me dejase poner acentos y ÑÑÑs jaja, estoy en la gloria. Eso sí, no se si he hecho bien en deciros lo de los acentos, porque ahora me había acostumbrado a no ponerlos y me estoy liando con qué lleva acento y qué no. Como hecho de menos el autocorrector del word carajo.
Luego fue cuando me perdí durante horas y quería dejar que me llevase el rio. Encima ha hecho tal calor hoy que no he podido ciclar mas de una hora seguida cada vez. Ha habido un momento en el cual estaba tan mal que me he metido en un super y me he comido un yoghourt de 600 gramos, una bolsa de cereales, 1 litro de zumo de manzana y un bollo de pan pequeño, todo en menos de 5 minutos, porque creía que me quedaba tirao como una flema en el suelo. Y os tengo que hablar de la comida. No es normal la de comida que tengo que comer al día. Y luego no se donde se va. Hoy he desayunado en la casa de esta gente un desayuno normal. A las 2 horas me he metido medio kilo de lentejas con fideos y verduras. A la hora de eso me he metido el atracón de yoghourt. Luego he ido comiendo pan todo el rato, y a las 7 de la tarde me he cenado los espaguetti con alubias. No he comido tanto en mi vida. Creo que si un dia me salto alguna de las comidas me quedo famélico. En fin, ya voy a ir acabando. Desde que he empezado a escribir han pasado 2 horas. Son las 21:58 para ser exactos. En este tiempo he escrito, he cenao, he hecho mis 160 flexiones diarias, he hecho mermelada de moras, he puesto la tienda, he limpiado los cazos, meao como las cabras, y me he metido en la tienda. Toca sobar. Mañana subo este post a ver si encuentro un fetido McDonalds.
Black power!
No se como, pero ha pasado una eternidad desde que escribi la ultima entrada contando donde estoy y que hago. Cada noche, cuando me meto en mi casa/tienda/cama/ataud, me propongo escribir, y a los 30 segundos estoy sobadisimo. Pero ahora es por la mañana, estoy en un McDonalds chupando wifi y he dormido mis horas, asi que no tengo escusa (en realidad, esto lo escribi hace casi una semana, pero por problemas tecnicos no ha salido a la luz hasta ahora, dia 21 de Agosto). Voy a ser agil y veloz en mi narrativa, cual mujer en las rebajas o jugador enfermo mental del Pokemon GO.
Bueno, os pongo una imagen de todo lo que he ciclao (no se si de dice, pero yo lo digo) desde los origenes en Pamplona…
En realidad es mas porque si cuentas los kilometros extra por perderme, pues sumaran unos 100 o asi. Pero en fin. El caso es que la primera noche desde que hablamos fue la de Burdeos. Llegue a burdeos agonizando a muerte porque me hice 65 kilometros bajo un sol infernal y casi no pare, porque queria tener tiempo de encontrar a alguien que me acogiese en su casa. Al llegar, me deprimieron dos cosas: (1) que no habia cesped, ni parques cerrados donde agitanarme, y (2) que TODO era carisimo! Lo primero que hice al llegar al centro de la ciudad fue pararme en el McDonalds a chupar wifi, y luego me sente en un bar mas decente para tomarme una bebida. En realidad era porque tenia que ir al baño con urgencia, y necesitaba ducharme porque llevaba 3 dias como Tarzan. A medida que uno viaja de este modo, se van perdiendo filtros y todo lo relativizas, de tal modo que estaba en el baño de un bar/restaurante bastante pijin, medio en bolas enjabonandome a ultra-velocidad como un poseido delante del espejo. Y entro gente. Y me dio igual. Esperad, antes de seguir tengo que detenerme en la limonada. No solo fueron 4 euros (era lo mas barato de la carta), sino que no saben lo que es una limonada y se toman un agua efervescente con sabor a smint de limon. A este pais se le esta llendo todo de las manos…
En mi desenfrenado intento por encontrar alojamiento, porque dormir en un banco no era opcion dada la hostilidad que emana de la ciudad (la gente era un tanto borde, de ahi el nombre Bordeaux; Borde– de borde, y aux, de nosotros), probablemente fruto de la desigualdad economica de sus habitantes, me hice amigo de Españoles en Burdeos, me meti en foros, busque por Tinder 😉 y nada, asi que le dije a mi amiga la de CouchSurfing en Biscarrosse que si me podia echar un cable y a la hora se planto en Burdeos a hacerme compañia (1 hora en coche, dos dias en bici, no esta mal jaja). Que mona ella. Durante esa hora de espera escribi mi post sobre la monogamia. Una hora productiva.
Llego la chica y nos fuimos a conocer el Burdeos nocturno un par de horas, cenamos un lote de alubias pintas con fideos en un banco (pura life) y luego fuimos a un bar donde nos encontrariamos con la amiga que potencialmente nos acogeria. Correccion: a Seph la acogia fijo, yo era el potencial. Y potencial me quede. Estuvimos hasta las dos en el bar bebiendo mojitos virgenes (porque eran gratis, y pagar 12 euros por una copa no lo hago ni borracho), donde conoci a la amiga y un panameño muy a lo primo Pablo pescador, que estaba todo el dia haciendo surf y gozandolo cual vividor. Con la amiga no colo lo de quedarme a dormir con ellas, y a las 2:30 de la madrugada me encontraba solo en la calle, rodeado de gente borracha, sin poder caminar (en ese momento me dolian mucho las rodillas, y estaba escocido como un bebe rechoncho), con una bici obesa y bajo truenos y relampagos. Esta bien, lo de los truenos y relampagos no es verdad. Hacia muy buena noche, debo admitir. El caso es que, como hago cada noche cuando no se donde voy a dormir, me muevo. Y me movi, con el subidon de mi mojito, bordeando el rio con la esperanza de encontrar un hueco en el que meterme. Pase por hordas de gente haciendo botellon, gente escuchando rap en frances y mirando al infinito, y gente haciendo pis, hasta que al final lo encontre. Mi hogar. El lugar perfecto. Un skatepark!
El skatepark era muy grande, y pense que dormir en lo alto de una de las rampas seria un puntazo, y que si alguien trataba de venir a robarme le podria empujar con el pie mientras subia y ya. Ademas hacia calor, asi que no necesitaba la tienda de campaña, y en la oscuridad no se me veria mucho. Todo positivo. Total, que consigo subir a una de las esquinas mas ocultas del lugar, hincho mi esterilla, me meto en el saco, y lo gozo. Durante 15 minutos. Os estoy hablando de que eran las 4 de la mañana ya, y me tenia que despertar a las 7 si no queria que me arrestasen. Pues a esas horas inhumanas, quien mierdas querria ir a un skatepark???? Pues una horda de aborrescentes, que no solo van de chillout, sino que empezaron a tirar piedras, o balones o yo que se que por las rampas, haciendo un ruido insoportable, chillando como cerdos y caminando a cinco metros de mi. Tendria que haber salido de mi saco con el cuchillo, gritado como un psicotico mientras me hacia un mortal, y se hubiesen ido, pero estaba demasiado cansado como para creerme que lo que estaba pasando era real. Estuvieron asi toda la noche. Al final debi dormir una hora. Ahi van las fotos de mi skatepark paradisiaco…
Por la mañana me reuni con Seph y vimos la ciudad. Ahi estuvo mejor, aunque yo parecia un zombi que acababa de dejar las drogas. Fotos…
Al medio dia partimos, yo por mi lado y ella por el suyo. Estuve ciclando hata que casi me duermo sobre la bici (para lo cual no tarde demasiado), y pase la noche en un pueblo cuyo nombre no recuerdo. Me asente en el cesped de detras de un supermercado, totalmente expuesto al mundo pero era la noche del sabado y pensaba que nadie pasaria por ahi porque el super estaba cerrado. Una mierda. Voy con los adolescentes otra vez.
Al igual que la noche anterior, hacia mucho calor, pero dados los bichos me decidi por poner la tienda (solo la malla interna, para poder respirar). Me dormi bastante rapido, pero a las 3 de la mañana empece a oir gritos. Normalmente cuando me despierto dentro de mi tiendo por ruidos lo hago de un espasmo explosivo, me retuerzo como una gamba, me da un pequeño infarto porque pienso que es un camion o algo que me va a aplastar (estres postraumatico de dormir en la playa), y luego identifico lo que ocurre. En este caso, eran un monton de chavales con motos de estas enanas de gasolina haciendo carreras ilegales nocturnas, bordeando el trozo de cesped en el cual habia puesto la tienda. No tengo palabras para expresar mi desesperacion. Hermanita, a ti te salvo, pero al resto de adolescentes los envasaria al vacio y los congelaria durante 10 años, por lo menos.
Ese soy yo a la mañana siguiente. Sobadisimo pero feliz porque encontre una lavanderia de moneda y lave toda mi ropa. Gloria de pago. Luego tuve que ir con los vaqueros colgando al cuello como una capa porque no se secaban.
Ese dia hice mucha bici, pasando un viñedo tras otro. Si habeis leido la entrada de “Defeking in nature”, sabreis como fue la historia. Si no, leedlo jaja. Basicamente acabe durmiendo entre uvas y estrellas, algo unico.
Esa foto un tanto extraña es mi espalda/culo, para que veais el contraste. Soy multicolor. Luego, a mi bici se le ha desintegrado del todo la pata de cabra. Y por ultimo, la foto de la señal tiene su historia. De camino al viñedo me perdi y acabe no se como al lado del rio, donde habia un chaval aleman con cara de querer aplastarle la cabeza a alguien, porque se habia perdido tambien. Me dijo que tardo dos horas y media en hacer cinco kilometros porque no conseguia salir de los campos de cultivo, y las señales le hacian dar vueltas sin sentido, asi que en un momento de furia se saco una onda vital y revento el cartel. Eso me dijo el, luego yo al seguir mi camino comprobe que no me habia mentido, como verifica la foto. Un tio muy gracioso.
Del viñedo me puse en marcha pronto, por motivos obvios, y pedalee hacia Royan. Royan es una ciudad que tiene mar, y destaca por bella, como Marbella (esto a Ignacio y Maria les hara gracia). Para que os hagais una idea, es como California pero la gente que corre por el paseo esta en peor forma fisica. Es lo que tiene que sean personas normales, y no actores de la tele, supongo. Estuve un buen rato en una de las playas, donde me hice unas lentejas a lo Golum (a escondidas de los socorristas), y luego me fui a merodear la ciudad porque el calor era insoportable. Esa noche habia fuegos artificiales, y la verdad que fueron espectaculares. Estaba todo el mundo en la playa, y los fuegos los lanzaban desde una isla flotante que habia justo en frente. Habia mucha policia, ya os podeis imaginar por que. Y me registraron casi entero. Tampoco les puedo culpar; un tio que va en bici, de negro, con una gorra negra, a las 11 de la noche, yendo y volviendo ochenta veces por el paseo de la playa, algo sospechoso parece. Incluso la gente me miraba raro. Menos mal que no encontraron los porros que llevaba en mi neceser. Es broma.
Esa noche dormi en una rotonda muy grande. En general he descubierto que se puede dormir en cualquier lugar si te asientas una vez se haya metido el sol y te despiertas pronto. En esta rotonda habia cesped, y me tapaban unos arbustos, asi que pude poner la tienda a gusto. Eso si, cada vez que pasaba un camion, microinfarto. Y ya solo me queda el dia de ayer, que no fue nada especial. Pase por sitios bonitos, eso si…
Tras mucho pedalear, yegue a Rochefort, desde donde escribo ahora. La verdad que me esperaba mas de esta ciudad, carteles de queso o quesos gigantes, o un globo con forma de queso sobre la ciudad, pero nada, bastante cutre. Dormi tirado detras de un seto, para rematar la cutrez. Pero hoy voy hasta La Rochelle, que es mucho mas bonito y tiene mas cosas que hacer. Voy a ver si consigo un host para que me deje una cama o sillon en la que dormir, y os cuento!
Hasta la prox!
(Nota informativa: mi ipad ha vuelto a la vida, pero mi teclado no, y no soy como los chinos que escriben sobre las pantallas tan rapido que se les liman las yemas. Yo soy lento como una abuela hipermetrope en un cuarto oscuro. Os queria decir que estan pasando los dias cada vez mas rapido, y que voy a tener que subir una entrada expres (que va a contener desastres, que son todo lo que me ha pasado ultimamente) de mis ultimas etapas. Aparte, os comunico que solo os voy a deprimiros los domingos, que total ya estareis bastante depres de que se acaba el finde, y no puede empeorar mucho mas. Vamos, que posts sobre lo jodido que esta el mundo los subo los domingos. Se que os he dado caña estos dias. Es que me emociona el tema y me pierdo. Es casi orgasmico. Pero de cero me imagino que puede ser agotador. Os agradezco la paciencia :). Ah, y si no consigo teclado, mis psts van tnr q sr sin tilds ni cnsnants. Asi que rezad.
Mañana estare en Nantes por cierto. Esta noche duermo en…esto…